Gaza: Un año de sangre

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.

Se cumple un año de aquel fatídico día de octubre en el que Hamas sorprendió a las Fuerzas de Defensa de Israel para asesinar a 1,200 personas y secuestrar a 200 más. Fue una masacre sin precedentes que no sólo dejó en claro la fuerza y crueldad del grupo terrorista, sino que hizo temblar las rodillas del gobierno israelí que aún tiene mucho que explicar en torno a este ataque.

Se dice que hubo advertencias que fueron ignoradas. Se dice que la respuesta fue tardía y que, incluso, en su desorden, fueron ellos mismos los que mataron a un par de personas al confundirlas con terroristas. Hoy, aún quedan unos 100 rehenes de-saparecidos mientras los familiares exigen respuestas que no llegan.

Se ha especulado mucho sobre lo que buscaba Hamas con este ataque. En general, se cree que la intención era evitar que el tema palestino quedara en el olvido ante el acercamiento entre algunos países árabes con Israel y EU. Recordemos que Israel

desoyó las recomendaciones internacionales de permitir un Estado Palestino y de detener la ocupación de territorios palestinos. No sólo siguió colonizando, sino que se creó una dinámica discriminatoria en torno a la población palestina. Netanyahu no sólo se mostró inflexible en este tema, sino que dinamitó cada intento de acercamiento previo al ataque de Hamas. Posteriormente, se ha aferrado a la respuesta armada como medio de subsistencia política.

En efecto, Israel respondió ante el infame ataque lanzando una ofensiva militar sin precedentes. La intención era justificable: erradicar a Hamas. A un

año de distancia este objetivo se ve cada vez más lejano y acusaciones sobre la desproporción de la fuerza utilizada sacuden a los organismos internacionales. Con más de 41,000 muertos, 40% de ellos niños (sin contar con los que no han sido rescatados de debajo de los escombros en una región en la que 66% de sus edificios han sido destruidos, incluyendo 87% de las escuelas y más de la mitad de los hospitales y centros de salud), el gobierno de Israel cada vez tiene más complicaciones para justificar una ofensiva que no distingue entre objetivos civiles y militantes enemigos.

El ataque a campos de cultivo, hospitales, zonas residenciales y escuelas, sumado a los obstáculos a la entrada de ayuda humanitaria ha levantado las alarmas ante lo que algunos han calificado de intento de genocidio en Gaza. De hecho, el Tribunal Penal Internacional ha requerido la emisión de órdenes de arresto para Netanyahu y su ministro de Defensa. A un año, lejos de parar el conflicto, parece que Israel pretende escalarlo al atacar Líbano y buscar que Irán y EU se impliquen más en el conflicto. La crispación es una defensa para aquéllos que temen el momento de rendir cuentas.

Que venga la paz.

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