Semana uno

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Lo que ha ocurrido en apenas una semana de inaugurado este ciclo de gobierno es, por lo menos, trepidante. Empecemos por la toma de protesta y el cambio de gobierno. Hay símbolos y gestos: los primeros, importantes; los segundos, se quedan en eso. Un hito significativo fue ese fugaz momento en el que, por primera vez, tres mujeres presidieron los tres poderes del Estado mexicano.

En la toma de protesta, dos saludos de la nueva Presidenta llamaron la atención: con la presidenta de la Corte, Norma Piña, en contraste con su predecesor —lo cortés no quita lo valiente, como tampoco aminora el frontal conflicto—, y con uno de los referentes del Partido Verde, que —más allá del afecto real que pueda haber entre ellos— mostró la cercanía con ese aliado. Sobre el primer discurso de la nueva jefa de Estado, Luis Espino publicó en Letras Libres un análisis en el que señala que es un mismo relato, con diferente voz.

Al día siguiente la Presidenta emitió un decreto para contribuir a la memoria histórica por la matanza a manos del Ejército en 1968. Y lo típico aquí: las condenas por la represión, el autoritarismo del pasado y demás. Bien, en principio, ahí. Aunque prevalece la responsabilidad de resolver algo mucho más inmediato: la deuda con el caso Ayotzinapa, a 10 años de la matanza.

Mientras tanto, Sinaloa sigue azotada a plomo y fuego.

La resistencia para mantener un Poder Judicial independiente tuvo en la semana un momento relevante, en el que una mayoría de ocho ministros de la Suprema Corte admitió analizar la reforma al Poder Judicial, con base en una consulta realizada por magistrados y jueces federales. Para sorpresa de nadie, las tres ministras partidizadas y promotoras de dinamitar la autonomía del Poder Judicial votaron en contra de la medida. La batalla por la independencia del Poder Judicial se mantiene, mientras que, del bando que pretende canibalizarlo, se elaboraron las iniciativas legislativas que detonen el sorteo y elección de jueces, magistrados y ministros, en espera de ser aprobadas pronto.

Tras una vida centenaria y varias décadas abriendo brechas en beneficio del liderazgo femenino, falleció Ifigenia Martínez. Para cerrar una carrera política descollante, su último y simbólico acto público, fue entregar la banda presidencial a la nueva titular del Ejecutivo. Con un boato peculiar, arrancó la gestión de la nueva Jefa de Gobierno capitalino. El Senado mexicano cumplió 200 años el 3 de octubre.

Como apunte final, algo específicamente trágico para el país: el asesinato y decapitación de Alejandro Arcos, presidente municipal de Chilpancingo, quien apenas había asumido el cargo el 1 de octubre. Desde la oposición, y con el mandato de combatir al crimen organizado en ese municipio su osadía tuvo un precio muy alto.

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