La megafarmacia del Bienestar fue una tomada de pelo. La semana pasada, el elefante blanco ubicado en Huehuetoca, Estado de México, fue tema de conversación, luego de que desde el Gobierno federal se anunciara que se le va a meter más tecnología para mejorar su eficiencia.
Para ello se anunció que el encargado de enchular el faraónico proyecto del expresidente López Obrador será Eduardo Clark, subsecretario de Integración y Desarrollo del Sector Salud y quien ya fue titular de la Agencia Digital de Innovación Pública de la Ciudad de México.
Pero, vamos por partes. ¿Por qué digo que fue una tomada de pelo? Pues porque desde hace tiempo documentos oficiales advertían que la megafarmacia no estaría lista para operar como lo hicieron, desde diciembre del 2023.
En noviembre del 2023, es decir un mes antes de la inauguración, se advirtió que Birmex (Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México) institución encargada de la encomienda, todavía estaba en el toma y daca con los recursos para tener listo el proyecto y que en todo caso estaría funcionando hasta 2025.
Con razón al momento de inaugurarla no estaba ni al uno por ciento de su capacidad. Es decir, sólo se armó un show para que ya saben quién la entregara antes de irse a su rancho en Palenque.
Y ¡toma tomate! por eso, con todo y los miles de millones que se le han invertido a la dichosa farmacia —algo así como mil 800 millones en lo que va de 2024— apenas y puede surtir unas dos o tres recetas diarias en promedio, como lo ventilaron diferentes investigaciones periodísticas a mediados de este año.
La megafarmacia le ha salido muy cara a la Cuarta Transformación; sólo en la compra del centro de distribución y la rehabilitación, así como la adecuación de la nave industrial donde se encuentra, se gastaron esos mil 800 millones de pesos. Esto sin contar la adecuación de áreas de oficinas, sistemas de seguridad, las cámaras de frío, planta eléctrica y un largo etcétera que se adquirió o pagó con dinerito público.
La chamba que tendrá Eduardo Clark no será sencilla, pues no sólo se trata de hacer eficiente un proyecto que es noble en su origen, que haya medicamentos para todos los mexicanos, sino que también se trata de revivir a un moribundo —o quizás un muertito— de la pasada administración.
Tiene en sus manos la nada fácil tarea de conservar el legado lopezobradorista y que el nuevo Gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum no tenga que reconocer que el proyecto de plano no funcionó.
En el baúl. Clara Brugada, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, debe estar atenta en atender la imprudencia de alguno que otro colaborador. La semana pasada, por ejemplo, se anunció que Daniela Cordero Arenas, esposa del exjefe de Gobierno Martí Batres, fungirá este sexenio como la nueva titular del Fondo para el Desarrollo Social (Fondeso) capitalino. El problema es que todavía está en la nómina de la Auditoría Superior local como coordinadora de Vinculación institucional, eso sí, con una licencia sin goce de sueldo que vence el próximo 15 de octubre, es decir, que tendrá que presentarse a refrendar esa licencia, lo cual por cierto es ilegal, o de plano hacer el favor de avisar que ya está cobrando en otro lado.
Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!