García Luna, su convulsión

CIVITAS

Salvador Guerrero Chiprés*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

La administración pasada dejó algunos huérfanos de sentido crítico plenos de humor involuntario o esclavos de la asesoría de panistas en diáspora intercontinental.

Los desafíos al sentido común provienen de personajes expulsados del gran conjunto de la ciudadanía, a partir de su detención penitenciaria y del sentido normativo, según el cual, los responsables de delitos pierden derechos y privilegios.

Los hay con audacia demagógica y capaces de un supuesto timing disruptivo.

Con tinta y sangre azul, Genaro García Luna se reitera autor de lo inverosímil, de lo absurdo —disculpas al afán controlador de la retórica liberal en la Corte— y de falacias antes que de ironías.

A unas horas de conocer la sentencia —de ésas capaces de doblegar la voluntad de quienes en su momento fueron beneficiarios de poder político o criminal, como el mismo súper secretario de Seguridad del gobierno de Felipe Calderón, o de quien fuera el narcotraficante más buscado, Joaquín El Chapo Guzmán—, García Luna quiere sorprender a la opinión pública: “Mi país está sufriendo una gran convulsión, por orden del actual (sic) Presidente de México, se acaba de desmantelar el Poder Judicial”.

García Luna, el presidente de la Suprema Corte del engaño en seguridad, el campeón de la investigación historiográfica de cómo se acompaña a la delincuencia, el adalid de los patos en la víspera de la sentencia, tirando a las escopetas del fin-inicio de la administración.

La realidad de las voces del sector privado no documenta la “convulsión” garcialunesca. Se tienden puentes de entendimiento entre empresarios y Gobierno, en la certidumbre ante lo real y en la valoración implícita alrededor de inversiones por 20 mil millones de dólares, luego del CEO Dialogue con la Presidenta Claudia Sheinbaum y servidores públicos como el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, o el canciller Juan Ramón de la Fuente.

Certidumbre, optimismo y una bien percibida “buena vibra” —según Claudio X. González Laporte— surgió ayer en Palacio Nacional. Temas cruciales, diría más tarde el embajador Ken Salazar, ponen a América del Norte en el rumbo de una potencia mundial. Un primer acercamiento para la revisión del T-MEC, en voz del presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Francisco Cervantes.

A unos metros, en el Zócalo, una verdadera dinámica en libertad de acercamiento gobierno-ciudadanía. Con la esperanza de recibir atención a sus peticiones, más de 4 mil habitantes de la capital hacen fila y son escuchados en un ejercicio innovador. En la CDMX se revela un modelo federal y local destacado en el Bloomberg CityLab, donde 110 alcaldesas y alcaldes del mundo comparten experiencias y conocen proyecciones de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, con las Utopías, el Sistema Público de Cuidados o una movilidad con soluciones creativas, como el Cablebús, para conectar las periferias con el centro.

Ahí no hay sinrazón, hay muestras afortunadas de ausencia de la “convulsión”.

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