¿Por qué fracasan las naciones?

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

El lunes pasado, el Comité del Premio Nobel anunció a los ganadores de Economía. Este año los seleccionados Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson ganaron el Premio Nobel de Economía por sus estudios sobre la desigualdad de las naciones que insisten en que la prosperidad no depende de la geografía ni de la cultura, sino de las instituciones: “Las sociedades con principios de derecho débiles e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para bien”.

En 2012, Daron Acemoglu y James A. Robinson publicaron un libro titulado ¿Por qué fracasan las naciones? En él proponen la teoría institucional como racional del éxito o del fracaso en la generación de bienestar económico. De acuerdo con los galardonados, la estructura y el funcionamiento de las instituciones políticas y económicas son factores determinantes en el desarrollo económico de los países.

Dividen a las instituciones en dos grupos: inclusivas y extractivas. Los primeros tienen una distribución amplia del poder, con gobiernos estables, representativos, reglas claras, Estado de derecho, alternancia de poder y participación de las mujeres. Es decir, crean las condiciones de confianza para la inversión, la innovación y el trabajo. Esto propicia que el país experimente un desarrollo económico sólido y continuo.

Las instituciones extractivas, por su parte, concentran el poder en una pequeña élite que busca perpetuarse en el poder, por todos los medios posibles: ya sea mediante regímenes abiertamente totalitarios, debilitamiento de las instituciones, el desmantelamiento del Estado de derecho o promover el clientelismo electoral; todo ello, va en contra de la salud económica y democrática del país en cuestión.

Los autores presentan dos ejemplos paradigmáticos: Corea del Norte y Corea del Sur, que comparten geografía, historia y cultura, pero con sistemas institucionales divergentes que han resultado en trayectorias económicas radicalmente diferentes.

Del mismo modo, comparan el desarrollo de Estados Unidos, con sus instituciones inclusivas desde su fundación, con la historia de México, donde las instituciones extractivas han obstaculizado el progreso económico, a pesar de los esfuerzos por reducir la desigualdad. Estados Unidos, país que nació siendo democrático, generó instituciones inclusivas que propiciaron el desarrollo económico. Por su parte, el vaivén histórico de México —colonia, imperio, república, dictadura de partido y democracia— creó el ecosistema adecuado para las instituciones extractivas.

La visión de Acemoglu, Johnson y Robinson había sido destacada por académicos como Fausto Hernández Trillo, quien invitó a Acemoglu al CIDE en 2009. Era importante que los futuros economistas, politólogos, administradores públicos o abogados escucharan y debatieran con el economista del MIT. Se trataba de preparar a los estudiantes para que fueran capaces de construir instituciones sólidas e inclusivas como base para un desarrollo económico sostenible y equitativo. Tan importante entonces y ahora.

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Montserrat Salomón