Desaceleración y perspectiva 2025

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Difícil entorno es el que recibe a la nueva administración con una evidente debilidad económica manifiesta en un considerable número de indicadores económicos que se traducirán inevitablemente en un menor crecimiento de la economía en este año.

Después de tres años de un avance de la economía muy saludable con un crecimiento mayor al 3%, los motores parecen estar debilitándose de forma preocupante. Basta conocer algunos datos para corroborar este hecho.

Tomando como referencia el año pasado se tiene que la demanda interna disminuye su ritmo en sus dos componentes principales. Tanto la inversión como el consumo han disminuido su ritmo de crecimiento en el segundo semestre del año. En adición, las ventas en establecimientos comerciales manifiestan una caída, a la vez que la generación de empleo viene reduciéndose de forma acentuada.

Toda esta ensalada de indicadores con resultados decepcionantes tiene su origen principalmente en el elemento externo. Nuestras exportaciones manufactureras (85% del total) vienen desacelerándose de forma significativa debido a la pérdida de dinamismo del mercado norteamericano. También influye la pérdida del crecimiento de las remesas, cuyo poder de compra medido en pesos reales ya lleva varios meses con una pérdida considerable. Ambos factores frenan la economía en su conjunto. Posiblemente este año el PIB alcance un bajo crecimiento menor al 1.5%.

Desafortunadamente las preocupaciones mayores están hacia adelante. Frente a esta turbulencia económica de desaceleración productiva, se ven limitadas las posibilidades de un nuevo repunte económico como lo vimos en los dos años anteriores. Este pesimismo se ve acentuado por la necesidad que tendrá el gobierno de ajustar de forma severa el gasto público durante el próximo año. Así, la perspectiva para el PIB se ubica actualmente entre los analistas con un avance de sólo 1.3%.

Frente a este panorama, la reciente reunión de muy alto nivel de la Presidenta Claudia Sheinbaum con 240 CEOs de México y Estados Unidos resulta un bálsamo importante para amortiguar el pesimismo. La estrategia nacional de inversión se basa en esquemas de participación pública y privada bajo reglas claras de inversión en energías limpias, mayor simplificación y la creación de una ventanilla única de inversión para trámites a los tres distintos niveles de gobierno a fin de dinamizar el gasto privado. Además, reiteró los planes de inversión en vivienda, trenes, carreteras, puertos, infraestructura hidráulica, aeropuertos y cruces fronterizos.

Hay que destacar que la Presidenta aseguró que la reforma al Poder Judicial no representa un riesgo para la inversión privada, lo cual, en paralelo con el planteamiento global de inversión arriba citado, generaron una acogida bastante favorable por el empresariado brindando certeza y confianza que, incluso se tradujo en el anuncio de una inversión adicional de 20 mil millones de dólares para el próximo año.

Si bien son planes todavía, de concretarse la nueva estrategia de inversión y, en paralelo con un programa fiscal adecuado, pueden modificar al menos parcialmente la actual versión pesimista de las expectativas de crecimiento.

Resumiendo, si el acercamiento del Gobierno con los empresarios logra generar confianza y certidumbre que se materialicen en un nuevo e importante avance de la inversión, el panorama puede cambiar para bien. La confianza en las políticas públicas tiene un valor incalculable para impulsar el crecimiento a través de las decisiones de productores y consumidores.

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