Genaro García Luna tocó el cielo. Era considerado un “superhéroe”. Tenía el reconocimiento de todos los equipos de seguridad de Estados Unidos —la DEA, el FBI, el ICE, el Servicio de Impuestos Internos, la Oficina de Aduanas, Protección Fronteriza, Alguaciles y más de 300 agencias locales estadounidenses—… y a la par un negocio millonario con el Cártel de Sinaloa.
En su apogeo, mientras ante el silencio del gobierno de México era defenestrado, García Luna recibía reconocimientos de Colombia, de las agencias de seguridad de Estados Unidos y hasta de la Organización de las Naciones Unidas. Caray, nos tomó el pelo a casi todos.
En 23 años como servidor público, García Luna, un ingeniero egresado de la UAM, pasó de servir en el extinto CISEN a la Coordinación de Inteligencia de la Policía Federal y de ahí a la Agencia Federal de Investigación (AFI) para en 2006 convertirse en secretario de Seguridad Pública federal.
Así, se hizo de los secretos de todos —empresarios, políticos, intelectuales, periodistas, de acuerdo con exfuncionarios del gabinete de seguridad nacional consultados ayer por este columnista tras conocerse su sentencia a 38 años de prisión— y con ello el poder para doblegar a cualquiera.
Tal fue su “efectividad” que en abril de 2004 el FBI lo reconoció por su papel en la lucha contra grupos criminales y en junio de 2005 fue galardonado durante la 28 Conferencia Internacional para el Control de Drogas de las Naciones Unidas —que incluso presidió— por su labor en la lucha contra el crimen transnacional.
Además de secretos y poder armado, García Luna llegó a tener los contactos y la influencia internacional suficiente como para entrar en diálogo con sus pares de países de América Latina, Estados Unidos y Canadá, Asia, Europa y Oceanía. Caray y nadie en México se dio cuenta o, mejor dicho, nadie quiso darse cuenta… sólo a quienes tachaban de incendiarios lo señalaron.
Tras abandonar la administración pública en 2012, García Luna se fue a vivir a Miami —lugar estratégico para cualquier empresa legal para poder operar en América Latina, pero considerado zona neutral por los grupos criminales— y puso un pequeño negocio de consultoría en materia se seguridad nacional, sistemas de investigación y ciberseguridad… ahí nomás.
Pero hubo algo que provocó que sus socios y amigos le perdieran confianza. Entonces los primeros se le vinieron encima y todo se le vino abajo.
Tras García Luna fue un equipo que podría encajar en cualquier gran producción de Hollywood. La investigación que fue presentada ante un juez de Brooklyn —porque en México, insisto, ni el gobierno de Peña ni el de AMLO lo habían investigado— fue encabezada por la New York Strike Force que recibe el apoyo de agencias de aplicación de la ley federales, estatales y locales de EU.
Así, esa fuerza estuvo respaldada por el Grupo de Trabajo de Control de Drogas contra el Crimen Organizado y el Área de Tráfico de Drogas de Alta Intensidad de Nueva York/Nueva Jersey.
El grupo de trabajo tiene su base en la División de Nueva York de la DEA e incluye agentes y oficiales de la propia DEA, el Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York, la Policía del Estado de Nueva York, Investigaciones de Seguridad Nacional, la División de Investigación Criminal del Servicio de Impuestos Internos de los Estados Unidos.
Además de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, el Servicio Secreto de los Estados Unidos, el Servicio de Alguaciles, la Guardia Nacional de Nueva York, el Departamento de Policía de Clarkstown, y hasta la Guardia Costera (no es broma, todo lo detalla la DEA en sus informes que pudimos consultar ayer).
De acuerdo con la investigación, García Luna —arrestado el 9 de diciembre de 2019 en Dallas— y sus más cercanos colaboradores recibieron sobornos millonarios del Cártel de Sinaloa para facilitar el trafico de drogas hacia Estados Unidos a través de protección, anticipando investigaciones y detenciones y utilizando la inteligencia del Estado Mexicano para desactivar a la competencia de “El Chapo” Guzmán, todo de acuerdo con el gobierno de Estados Unidos.
“Traicionó a quien juró proteger al aceptar sobornos del Cártel de Sinaloa para facilitar crímenes y empoderar a su empresa criminal”, decía el fiscal del caso DuCharme.
Lejos quedaron los tiempos en que García Luna participó activamente con el gobierno de Estados Unidos —que incluso lo reconoció vía la DEA— en el “Proyecto Delirium” para descabezar una red financiera y de distribución de drogas en territorio americano y que pertenecía a uno de los principales competidores de “El Chapo”: la Familia Michoacana.
La narrativa de la 4T contra García Luna y el expresidente Felipe Calderón se evidenció ayer cuando un grupo de simpatizantes lopezobradoristas acosaron en Nueva York tanto a la periodista Anabel Hernández como a la familia de García Luna a su salida del tribunal donde se dictó sentencia.
¿Cuáles son los secretos que guarda García Luna y que lo llevó a ser perseguido por el gobierno del país más poderoso del mundo?, ¿aún estará dispuesto a develarlos? Al tiempo.
RADAR
¿PERSECUCIÓN?
Nos comentan que esta en puerta un escándalo de dimensiones importantes que pudiera pegarle a más de un funcionario de la Fiscalía de Nuevo León y del Poder Judicial de Nuevo León.
Nos hacen ver que un empresario de nombre Carlos Canabal, al igual que una treintena de empresarios, fue detenido en territorio de Quintana Roo por policías judiciales neoleoneses, ha estado en prisión 9 meses y pese a que la fiscalía no ha aportado pruebas para comprobar delitos de los que fue acusado (administración fraudulenta), sigue en prisión.
Nos comentan que la liberación del empresario ha sido bloqueada por el ex fiscal Pedro Arce, destituido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien se encuentra en cercanía con otros empresarios —de los que nos reservaremos sus nombres por el momento— que buscan arrebatarle negocios a Canabal en Cancún y Tulum, me aseguran.