“Uno se despide, insensiblemente, de pequeñas cosas; lo mismo que un árbol que en tiempo de otoño se queda sin hojas. Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas, esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón”…
Como ese párrafo de la canción de Mercedes Sosa, es seguramente el sentimiento lúgubre de miles de víctimas en México, en estos tiempos aciagos en que la indefensión y la impunidad es quizá la herida que más sangra.
Porque es verdad que el Estado mexicano se ha despedido así, insensiblemente, de la defensa de los derechos humanos, debilitando de manera inédita, el organismo creado para tales efectos: la CNDH.
Vaya despropósito y sobre todo desmemoria, o ¿quién recuerda aquel año 2006, cuando José Luis Soberanes, entonces ombudsman, salió a defender a Andrés Manuel López Obrador del desafuero del que estaba siendo objeto?
Soberanes calificó el hecho de improcedente por ley y además como un acto de discriminación que reprobó contundente. Y es que sabía que su trabajo era ése, defender a un ciudadano del abuso de poder por parte del Estado, si así se percibía.
Qué lejos se ven aquellos tiempos en los que el titular de la CNDH entendía su función, independiente y autónoma de gobierno y partidos políticos.
Comparado con la actual gestión a cargo de la Mtra. Rosario Piedra Ibarra, quien tardó solo un par de años en tapizar el prestigio de la CNDH, de vergonzosas flechas de críticas y reclamos, por sus omisiones y opacidad.
Y aun así pretende repetir en el cargo, para terminar de convertir el organismo que una vez se dedicara a defender víctimas de abusos de poder, en una oficina más de propaganda, proselitismo y doctrina en favor del partido político al que pertenece, y que fue justamente la primera flecha que dio en el blanco de su legitimidad.
Y es la misma ombudsperson quien ha propuesto desaparecer el organismo que preside, para transformarlo dice, en una “Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo”.
Pero quien pretende dirigirla, solo ha sabido responder a los intereses de un solo poder, en una defensoría selectiva, revictimizando a aquellos que, por inconvenientes, han terminado prácticamente invisibles.
El Informe Mundial 2024 publicado por Human Rights Watch, ha señalado que el 90% de los delitos en México no se denuncian y de los que sí lo hacen, una tercera parte no son investigados.
Asimismo, el año pasado la oficina para los derechos humanos de las Naciones Unidas en México documentó el asesinato de al menos trece personas defensoras de las libertades fundamentales. ¿Consecuencias? Ninguna.
El Informe General del Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos, señala que solo el 6% de las desapariciones forzadas en México se han judicializado, lo que deja un enorme margen de impunidad en uno de los delitos más sensibles en nuestro país.
La CNDH ha optado por no jugar el papel que le corresponde en la protección de los derechos humanos en México, así como en la denuncia a sus violaciones, omitiendo las recomendaciones correspondientes.
Lastimosamente el gobierno anterior la empujó hasta hacerle perder el equilibrio y el rumbo. 2023 fue el año en el que renunciaron todas y todos los Consejeros Ciudadanos de la CNDH en funciones, señalando que su trabajo se había obstaculizado sistemáticamente.
Ya sin consejo consultivo, la CNDH llegó incluso a atacar a organismos y defensores de derechos humanos y a periodistas.
Peor escenario imposible, para esa Comisión que hoy atraviesa su peor momento de desprestigio y denuncias, locales y extranjeras.
La luz al final del túnel puede ser el relevo de su actual titular y no su reelección como ella aspira. Con ello la administración de Claudia Sheinbaum estaría enviando un mensaje crucial de democracia y en favor de las víctimas.
Tres perfiles destacan en la lista de los 34 aspirantes con requisitos completos que compiten por relevar a Piedra Ibarra:
Nashielly Ramírez, actual presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, de probada experiencia y prestigio nacional e internacional en materia de derechos humanos.
Tania Ramírez, respetada joven activista, actual directora ejecutiva de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM); y la Hna. Consuelo Morales Elizondo, quien desde 2009, desde CADHAC A.C. hace un notable trabajo en la problemática de personas desaparecidas.
Son parte de la luz tenue que despide esa otra moneda de justicia que hoy está en el aire, intentando iluminar un camino oscuro de miles y miles de víctimas en México.
Qué grande es la expectativa, ojalá no sea más grande la desilusión…