Arrancó la Cumbre por la biodiversidad de la ONU en Cali, Colombia. Se buscará encontrar los mecanismos internacionales para proteger ecosistemas y especies que son clave para la sustentabilidad por su impacto en temas torales como el clima, la seguridad alimentaria y la economía en su conjunto.
Latinoamérica será protagonista dado que aquí se concentra 60% de la biodiversidad del planeta. Regiones como la Amazonia, los corales del Caribe o los páramos andinos representan puntos neurálgicos para la conservación del equilibrio medioambiental y su destrucción podría representar grandes peligros para la extinción de especies clave para el mantenimiento de la vida humana. Sin embargo, por los grandes intereses económicos que la comercialización de esta riqueza natural implica, Latinoamérica es también la región más peligrosa para los activistas y pueblos originarios que protegen a las especies en peligro y sus hábitats. Por tanto, una acción global coordinada es imperativa para lograr las metas conservacionistas en nuestro continente.
Y 190 países han enviado delegaciones para esta cumbre, aunque brilla la ausencia de altos mandatarios. En esta ocasión, se espera que los países que han ratificado los acuerdos anteriores, presenten sus planes de trabajo para la protección de la biodiversidad. Lamentablemente sólo 34 países lo han hecho, entre ellos México. Del mismo modo, los acuerdos no han sido ratificados por EU, un país clave tanto por su liderazgo internacional como por su influencia por medio de las grandes corporaciones que se benefician de la biodiversidad.
Así las cosas, Latinoamérica necesita levantar la mano y ser punta de lanza en este tema que le atañe tan directamente. La disminución de las poblaciones de vida silvestre en la región ha sido dramática. El blanqueamiento de los colares y la reducción del tamaño de la Amazonia, por ejemplo, son fenómenos que por sí mismos podrían poner en jaque la seguridad alimentaria del planeta por su impacto directo en el clima. Es urgente que se cuente con una coordinación entre los gobiernos locales y las organizaciones internacionales para detener la devastación. Sin embargo, con la inestabilidad creada por fenómenos como el crimen organizado y las crisis políticas y económicas, la ecología ha pasado a segundo plano.
El tema de la cumbre girará en torno a quién pondrá el dinero necesario para las acciones de protección de la biodiversidad. Se han de buscar mecanismos que regresen parte de las ganancias obtenidas de la riqueza genética a la región. Se deberá buscar formas de apoyar a la estabilidad de los países clave para la naturaleza. Un problema global requiere de una gran sinergia que tenga claro que el planeta es nuestra casa común.