Después del último ataque del ejército de Israel en contra de profesionales de la información en Líbano, ya se cuentan entre 140 y 175 muertes de periodistas y trabajadores dedicados a cubrir la masacre que se sufre en Oriente Medio.
Resulta complicado saber la cantidad exacta de reporteros que han perdido la vida durante los ataques aéreos israelíes que arrasaron con la Franja de Gaza y ahora se concentran en Líbano.
La muerte más reciente sucedió el pasado 25 de octubre, cuando el ejército israelí bombardeó una residencia de huéspedes donde se alojaban varios periodistas. La Agencia Nacional de Noticias de Líbano informó que tres profesionales de la comunicación de dos agencias de noticias murieron tras los ataques: el operador de cámara Ghassan Najar, el técnico de emisión Mohammed Rida y el camarógrafo Wissam Qassim.
Las imágenes del edificio transformado en escombros y los vehículos con los rótulos de “PRENSA” enterrados entre polvo y piedras le dieron la vuelta al mundo. El hermano de uno de los fallecidos relató que el cuerpo de su familiar estaba irreconocible, sólo pudo identificarlo por una parte que quedó del cabello.
El ministro de Información, Ziad T. Makary, publicó en la red social X (antes Twitter) que “el enemigo israelí esperó a que los periodistas descansaran para traicionarles”, haciendo referencia a la forma en que sucedió el ataque en la madrugada del viernes y un inmueble en el que se hospedaban hasta 20 profesionales de la comunicación.
Los medios en los que trabajaban los informadores denunciaron que habían dado aviso de su presencia en la zona del ataque tanto a la Organización de las Naciones Unidas, como a Israel y a Hezbolá. También denunciaron que Israel no realizó ninguna advertencia antes del bombardeo que supuestamente iba dirigido en contra de la infraestructura del grupo paramilitar musulmán chií libanés.
Todo indica que fue un ataque intencionado para acallar a los medios que cubrían la incursión del ejército israelí en territorio libanés. El gobierno y otros medios de comunicación calificaron el asesinato de periodistas como un crimen de guerra.
Ésta es la tónica que se suma a los ataques israelíes en contra de la infraestructura de las fuerzas de paz de la Organización de las Naciones Unidas desplegadas en Líbano. Un hecho de importancia internacional que también está pensado para eliminar testigos neutros en esta cruenta guerra que ha matado muchos más civiles que militantes de Hamas o Hezbolá.
Algunos países de Europa como España, Italia e Irlanda, que alimentan con algunas de sus tropas el cuerpo de paz de la ONU, también denunciaron que estos ataques a los cuarteles de los cascos azules representan un crimen de guerra que debería ser juzgado.
Ya son muchos los hechos que demuestran que el gobierno de Benjamin Netanyahu está cometiendo crímenes de guerra y de lesa humanidad, por lo que está siendo juzgado en la Corte Penal Internacional (CPI) de la Haya, en Países Bajos, y por ello resulta increíble que no existe la manera o la voluntad de frenar a un gobierno asesino que invade países y busca reordenar el mapa de Medio Oriente a punta de ataques indiscriminados.