La expansión de la educación superior

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.

El Gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum ha anunciado que pretende crear 330 mil nuevos espacios en la educación superior pública. La noticia es estupenda. Estamos hablando de un número enorme que cambiará el panorama educativo de la sociedad mexicana.

Las nuevas plazas se ofrecerán en la Universidad Rosario Castellanos, que pasará de ser local a ser nacional, con 30 planteles nuevos en toda la república, así como en la Universidad de la Salud y en la Universidad para el Bienestar Benito Juárez.

Llama la atención que esta expansión se llevará a cabo en universidades nuevas, creadas en el sexenio anterior. Lo que se entiende es que las demás universidades públicas permanecerán igual. No parece que se vayan a dar apoyos adicionales para un incremento significativo de la matrícula en las universidades estatales autónomas o en las universidades autónomas de la Ciudad de México, como la Universidad Autónoma Metropolitana o la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Tampoco se vislumbra que haya apoyo estatal para aumentar la matrícula de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En inevitable preguntarse por qué el Gobierno pretende canalizar la expansión de la educación superior a través las universidades fundadas en el sexenio anterior y no por medio de las universidades públicas que ya existen.

¿Se trata, acaso, de una razón política? No hay que olvidar que las nuevas universidades no son autónomas en sentido estricto, es decir, dependen de la Secretaría de Educación Pública y ahora también de la flamante Secretaría de Humanidades, Ciencia y Tecnología. ¿Acaso lo que se pretende es controlar políticamente a las nuevas instituciones para que no se salgan del redil de la 4T?

Otra explicación es que la razón de que la expansión de la educación superior se lleve a cabo en las nuevas universidades no es política —o no únicamente política— sino pedagógica.

Hay que tener en cuenta que el modelo educativo de la Universidad Rosario Castellanos no es el mismo de las otras universidades públicas. El programa de enseñanza es híbrido y dual: los estudiantes no sólo aprenden en salones de clases sino en los espacios en los que se desempeñarán laboralmente y, además, las clases se dan en parte en línea y en parte de manera presencial. Se busca, de esa manera, que los alumnos puedan integrarse con mayor rapidez en los sectores público y privado y que desarrollen la capacidad de ser sujetos autónomos, capaces de innovar, emprender y trabajar de manera interdisciplinaria. Algunas carreras de la Universidad Rosario Castellanos se pueden estudiar completamente a distancia. Me parece que la idea rectora es que la universidad disponga de procesos eficientes para que los alumnos puedan entrar a ella sin dificultades, puedan cursar sus estudios con agilidad y obtener sus diplomas y grados sin mayor tardanza. La idea no es mala. Ya veremos cómo se llevará a la práctica.

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David E. León Romero