A unos días de la elección presidencial en EU las encuestas muestran un empate técnico entre Harris y Trump. Debido al complejo sistema electoral estadounidense en el que la victoria no se define por el voto popular, sino por los votos electorales que dependen de quién gana cada estado, es probable que el expresidente logre llegar nuevamente a la Casa Blanca.
Harris no ha logrado sacar una ventaja significativa en las encuestas y esto nos lleva a pensar que simplemente no logrará despegarse lo suficiente en los estados bisagra y tendremos nuevamente un escenario en el que la mayoría de votos le favorece a la candidata perdedora. El escenario de la elección entre Hillary Clinton y Trump se repetirá.
Existen varias razones que pueden explicar este fenómeno. Entre ellas está el que esta elección se ha polarizado y realmente son pocas las banderas que aglutinan el voto. En una lógica extrema en la que todos los mensajes se configuran con “ellos no y nosotros sí”, las razones que esgrimen ambos bandos para votar por ellos se convierten inmediatamente en razones para no votar por ellos en la mente de sus contrarios. No hay diálogo, sólo posiciones encontradas.
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Así, los demócratas hacen campaña desde la perspectiva de los derechos reproductivos y la inclusión de las minorías. Esto, se traduce y reduce al tema del aborto y de las comunidades LGBT, razón que aglutina el voto de ciertas comunidades y que es razón suficiente, sin importar sus propuestas concretas, para votar por el candidato contrario en otras. Del mismo modo, del lado republicano se apoya la idea del proteccionismo y de la salvaguarda de la cultura “genuinamente americana”, lo que malamente aterriza en discursos racistas y misóginos que producen el mismo efecto aglutinante por un lado y de rechazo por el otro. Son banderas divisivas y destructivas que crispan y desdibujan temas como la economía, la ecología, la política externa, la inflación, al tiempo que radicalizan las posturas.
Harris tiene las de perder no sólo por la configuración de los votos electorales, sino porque sus banderas son más divisivas. Existe un sector del electorado que rechaza el racismo de Trump, pero que percibe como “más grave y radical” un tema como el aborto. Además, un factor decisivo es la brecha de género. Harris es mujer y en la era pos #MeToo existe un amplio sector entre el electorado masculino y una parte del femenino que presentan cansancio y molestia ante lo que perciben como “excesos” en la lucha feminista y de la corrección política. Esta pequeña gran diferencia me parece será decisiva en una elección cerrada en la que los demócratas tendrían que llevar 4 o 5 puntos porcentuales de ventaja para poder considerar que tienen posibilidad de ganar.