El deporte resulta una extraordinaria herramienta en la formación integral del ser humano. En un país como el nuestro, lograr socializar la práctica deportiva ayudaría —sin lugar a dudas— a construir individuos más sólidos y empáticos. Lograr que cada niño mexicano pueda experimentar el desarrollo de sus capacidades físicas y mentales, la competitividad, el trabajo en equipo, la satisfacción de la victoria y las enseñanzas de la derrota a través del deporte debe ser un objetivo prioritario. Deportistas solventes se traducen en ciudadanos —también— solventes.
Tanto el deporte profesional como el deporte amateur requieren de un fortalecimiento urgente. Ambas asignaturas hoy otorgan resultados alejados del potencial que los mexicanos tenemos. Salvo contadas excepciones encarnadas por ciertos deportistas y disciplinas, nuestros atletas no destacan a nivel internacional y nuestros habitantes carecen de instalaciones y oportunidades suficientes para practicar deporte.
El desarrollo deportivo de una sociedad está directamente relacionado con las instituciones que lo promueven y dirigen. En nuestro país, desde el sector público, son la Comisión Nacional del Deporte y el Comité Olímpico Mexicano, las dos columnas fundamentales en las que se soporta el desarrollo deportivo mexicano.
Esas dos instituciones, en el pasado, a través de sus titulares, paradójicamente personas ligadas al deporte, han estado confrontadas, en diversos momentos, compitiendo entre ellas, en lugar de practicar uno de los valores más importantes de la disciplina deportiva llamado trabajo en equipo, que se define como la realización del mejor esfuerzo individual posible orientado a un objetivo común.
La nueva administración encabezada por la doctora Claudia Sheinbaum Pardo nos brinda una nueva esperanza en el desarrollo del deporte mexicano, mediante dos decisiones fundamentales: la ratificación de María José Alcalá al frente del Comité Olímpico Mexicano y el nombramiento de Rommel Pacheco como titular de la Comisión Nacional del Deporte. La primera, una exitosa clavadista mexicana que participó en diferentes ediciones de los Juegos Olímpicos, además de que obtuvo el Premio Nacional del Deporte; aunado a ello, ha logrado con constancia y disciplina construir una trayectoria solvente en el servicio público mexicano, con el grado de licenciada en derecho y maestra en administración pública, como integrante del Instituto Mexicano del Seguro Social, legisladora federal y primera mujer mexicana en encabezar este organismo. El segundo, también clavadista y varias veces participante de justas olímpicas, obtuvo el grado de licenciado en administración de negocios y maestro en capital humano, fue legislador federal y será el encargado de sustituir a Ana Gabriela Guevara en la Comisión Nacional del Deporte.
Estos dos clavadistas tienen frente a sí la valiosa oportunidad de colaborar juntos por el bien del deporte mexicano. De lo deseable lo posible: no tenemos el sistema deportivo mexicano que requerimos, ni las instalaciones suficientes, ni el presupuesto necesario; sin embargo, sí podemos generar una diferencia sumando esfuerzos entre las dos instituciones de mayor relevancia en el deporte mexicano. Que así sea.