TEATRO DE SOMBRAS

América en la Encyclopédie

Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Ha llegado a mis manos el libro Más crudo que cocido. Otredad e imaginario social en la ‘Enciclopedia’ de Diderot y d’Alembert (Madrid, Trama editorial, 2028) de Ignacio Díaz de la Serna, escritor e investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM.

El fin de semana estuve disfrutando de su lectura. Díaz de la Serna seleccionó y tradujo del francés los artículos de la Encyclopédie que tienen que ver con América y, en especial, con la América septentrional. El autor también escribió un largo prólogo en el que describe con agradable pluma literaria la circunstancia histórica en el que apareció esta magna obra de la Ilustración.

Cabe aclarar que la edición de la Encyclopédie que usó Díaz de la Serna no es la original, publicada en Francia entre 1751 y 1772, bajo la supervisión de Diderot y d’Alembert, sino una posterior publicada en Suiza en 1778. Este dato es relevante porque algunos de sus artículos, por ejemplo, el dedicado a América, fueron añadidos por los impresores suizos a partir de un suplemento a la Encyclopédie publicado en Ámsterdam en 1776. Este dato es relevante porque en la edición de 1778 de la Encyclopédie, el autor de la entrada sobre América fue Cornelius de Pauw, tristemente recordado en México y en el resto del continente por sus opiniones denigrantes sobre América y los americanos.

Las sandeces escritas por de Pauw en esa versión de la Encyclopédie y que antes había publicado en su libro Recherches Philosophiques sur les Américains, suscitaron respuestas por parte de varios autores destacados de nuestro continente. Uno de ellos fue Clavijero, que publicó en Italia, entre 1780 y 1781, su Storia Antica del Messico para demostrar el grado de civilización que habían alcanzado los antiguos mexicanos. Jefferson y Madison también respondieron a de Pauw.

Todavía al día de hoy, lo que escribe de Pauw resulta escandaloso. Irrita su falta de rigor histórico y científico y, encima, que su artículo apareciera en una obra que presumía de ser el resumen más actualizado del conocimiento avanzado de su tiempo. Cabe añadir que en otros artículos sobre temas americanos de la Encyclopédie se comenten errores semejantes.

Entre las barbaridades que afirma de Pauw es que los habitantes originarios de América tenían lenguajes tan rudimentarios que no tenían manera de expresar ninguna creencia metafísica, teológica e incluso ética. Según él, un diccionario de sus lenguas cabría en una página. Más aún, los habitantes originarios tampoco sabían contar y los pocos que lo hacían no pasaban del número tres. El autor también afirma que todos los americanos, incluso los europeos que nacían en el continente, eran perezosos. Sostiene que las razas animales, incluidos los humanos, se degeneraban en las agrestes tierras de América. Todo eso hacía a los americanos seres inferiores, embrutecidos, despreciables. Cualquier consideración con esos bárbaros, se colige, resultaba innecesaria.