QUEBRADERO

EU, un país riesgosamente dividido

Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.

Estados Unidos va a definir hoy y en los próximos meses su futuro. Su influencia provoca que su elección presidencial se convierta en un tema del mundo.

No está claro quién va a ganar. EU enfrenta un proceso fundamental totalmente dividido. Pase lo que pase nadie quedará satisfecho. La razón principal está en que la división interna ha generado una confrontación que a diferencia de otros tiempos ya está en las calles.

Donald Trump se ha encargado de ello. Entiende muy bien lo que piensan y sienten sus seguidores y se pasa azuzándolos con un discurso estridente, cargado de adjetivos y acusaciones. Lo que pasó el 6 de enero de hace cuatro años puede ser únicamente un preámbulo de lo que podría pasar, en caso de que el republicano fuera derrotado y no reconociera el resultado.

EU no ha encontrado manera de cohesionarse internamente. La división es ya un elemento de definición del país. Siguen presentes los grandes fantasmas que a lo largo de años se han querido erradicar, los cuales no dejan de estar en la cotidianidad de la nación.

La discriminación racial y social no ha dejado de ser parte de la idiosincrasia de lo que se conoce como la América profunda. En estos estados los grupos ultraconservadores no han evolucionado en pensamiento, más bien lo han agudizado y han encontrado en la persona de Donald Trump una especie de aliento para seguir en ello y, sobre todo, para hacerlo público sin que se escondan para hacerlo.

La elección no va a resolver ningún problema. Le va a dar una pausa al país siempre y cuando logren ponerse de acuerdo en reconocer el resultado fuera cual fuera. Lo contrario va a producir una enorme crisis interna en que no queda claro cuál será su desenlace.

El gran problema que muy probablemente se va a venir es que pareciera que el resultado va a depender de la voluntad particularmente de Trump. Es un enigma lo que será, en caso de que el resultado le sea adverso independientemente de lo que dictan las leyes electorales. Todo puede terminar por depender de un hombre que ha demostrado que arrebata cuando las cosas no le parecen.

Lo que no se puede soslayar es que Trump representa muchas cosas para buena parte de los estadounidenses. Es la cara supremacista en todos los sentidos. Su discurso refleja un pensamiento que ha ido permeando cada vez más entre los ciudadanos, los cuales siguen viendo a EU como una especie de tótem del mundo, que además tiene el derecho de meterse en la vida de otros países, como en los tiempos de la Guerra Fría.

Asume que tiene el derecho de cerrar sus fronteras sin importar lo que piensa el vecino; está dispuesto a confrontar de manera extrema la migración sin importarle los derechos humanos; y tiene una concepción del papel de las mujeres definitivamente lejana a lo que hoy se vive en todo el mundo, el aborto es un asunto que podría restarle una buena cantidad de votos entre las mujeres estadounidenses.

Para nuestro país, gane quien gane las cosas serán complicadas. Una de las razones es que la o el futuro presidente tiene que tomar en cuenta a la otra mitad que no votó por él o ella. Incluso Kamala Harris tendrá que atender muchos de los asuntos que son fundamentales para la otra mitad de la nación y difícilmente podrá soslayarlos, tendrá que buscar cómo resolverlos, y en ese paquete está en el centro nuestro país en temas como migración, narcotráfico y la violencia interna.

Para la democracia de EU y el mundo la opción es Kamala Harris. La demócrata representa la posibilidad de una evolución interna, la cual es necesaria en la vida estadounidense.

Lo que pase a partir de hoy va a definir el destino de EU no solamente por cuatro años más.

RESQUICIOS.

También México empieza a decidir su destino-país este día. La Presidenta pareciera que va visualizando lo que viene por eso habla del Plan B. Se vislumbra un choque de trenes entre un Gobierno fuerte sin interés en dialogar y un Poder Judicial que poco a poco se va diluyendo.