POLITICAL TRIAGE

Valencia sufre bajo el agua

Montserrat Salomón *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.

Por décadas los científicos nos advirtieron de la realidad de que si no hacíamos cambios en nuestra vida y consumo, la emergencia climática traería muerte y destrucción. Alarmistas, catastrofistas, locos exagerados, nadie hizo caso. Con las primeras señales de que se cumplía el vaticinio, los gobiernos iniciaron trabajos para atender el calentamiento global y detener este proceso.

Sin embargo, nunca fue una prioridad y los esfuerzos murieron sepultados entre las riñas políticas nacionales e internacionales. Además, las grandes potencias, como Estados Unidos y China, se negaron a reconocer el problema y a implicarse en la solución.

En los últimos años hemos visto cómo grandes sequías, inundaciones, huracanes e incendios han devastado principalmente a países tropicales. Estas regiones son las más vulnerables al cambio climático y son poco influyentes en la geopolítica. Al final, los países ricos veían el toro desde la barrera y el cambio no se produjo.

Hoy, en el corazón mismo de Europa, España vive una tragedia sin precedentes tras el paso de la DANA que dejó cientos de muertos y miles de desaparecidos tras las inundaciones súbitas de la región de Valencia. Los muertos son ciudadanos de primer mundo, europeos. La ciudad no es un pueblo tropical menor, es Valencia. El mundo está en shock viendo cómo un “pueblo civilizado y avanzado” se ha quedado de rodillas frente al poder de la naturaleza.

La torpeza asesina de las autoridades ha causado que los muertos se multipliquen. El gobierno español, del PSOE, y el gobierno regional, del PP, se han enfrascado en cálculos de imagen pública en lugar de elevar la alerta, pedir ayuda y trabajar por salvar vidas. Una vergüenza que muestra que los representantes políticos no están a la altura de los tiempos. La especulación política cuesta vidas, pero ellos sólo piensan en los votos que los perpetúen en el poder.

Europa está pasmada ante lo que ya empezó a suceder en su propio territorio. La devastación ha tocado a su puerta y promete ya no dejarla. Es hora de tomar acciones preventivas de desastres y “curativas” de la ecología. Se necesita un pacto político de amplio espectro que deje de tomar la bandera del cambio climático como un asunto de opinión que distingue a propios y extraños. Es una realidad que está costando vidas y que está destruyendo sueños. La discusión debería estar en los cómos y no en los qués.

Esperemos que la tragedia en Valencia sirva de punto de inflexión para llamar a una acción conjunta internacional. Sin embargo, esto parece improbable cuando vemos que en EU este evento pasó de noche en el marco de una elección en la que la mitad del electorado ha sido llevado a creer que el cambio climático es un mito.

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