ACORDES INTERNACIONALES

Kamala Harris vs. Donald Trump: la salida del laberinto

Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Ayer, 5 de noviembre de 2024, fueron las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

El periodo de campaña fue accidentado, con hechos nunca antes vistos: la declinación por parte del presidente en funciones, Joe Biden; el atentado en contra de Donald Trump; un candidato involucrado en varias querellas judiciales; la exitosa campaña en redes sociales de Kamala Harris, la candidata de 60 años que logró conectar con los votantes más jóvenes.

Hace ocho años, en la contienda presidencial entre Hillary Clinton y Donald Trump, muchas personas esperábamos que, por primera vez en la historia de Estados Unidos, una mujer ocupara la Oficina Oval. El propio cierre de campaña de Clinton inició con un espectáculo de sonido y luces que parecía que rompían un techo de cristal, en alusión a la barrera que impide a las mujeres alcanzar posiciones de liderazgo en los niveles superiores de la jerarquía política y social.

El caso de Harris es distinto y se parece más a un “laberinto” como metáfora de los obstáculos que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral y que fue desarrollado por Alice Eagly y Linda Carli en Through the Labyrinth: The Truth About How Women Become Leaders, del 2007.

El “laberinto” refiere a una serie de obstáculos diversos y persistentes que las mujeres debemos enfrentar a lo largo de toda su trayectoria profesional. Cada acción, decisión u omisión parece llevarnos a un inevitable callejón sin salida. Además, hay obstáculos visibles e invisibles: estereotipos de género, responsabilidades familiares, sesgos en la evaluación y la falta de apoyo en redes profesionales. Los obstáculos se intensifican a medida que las mujeres progresan en sus carreras.

La metáfora del laberinto implica que, si bien es posible que las mujeres lleguen a la cima, su camino es menos directo y más desafiante que el de los varones. Sugiere, además, que no todas las mujeres enfrentan los mismos obstáculos en el mismo momento; el impacto de éstos depende de su contexto social, económico y cultural, lo cual añade más capas al “laberinto”. Y así fue, precisamente, la campaña de Harris.

Lamento que, al finalizar los conteos, Kamala no haya encontrado la salida del laberinto feminista y que Trump se convierta en presidente de Estados Unidos, insistiendo en los caminos del laberinto populista.

Más allá de los géneros, las preocupaciones principales de los votantes fueron: el estado de salud de la democracia, la economía, el aborto y la inmigración. Y Trump ponía en riesgo todos; por eso sorprende que los resultados electorales lo favorezcan.

Las mayorías se equivocan, sin duda. Los antiguos lo sabían muy bien; la opinión de la mayoría era una falacia a la que llamaban ad populum. Ése es el riesgo de la democracia. Trump es un enemigo de la igualdad, las instituciones y los contrapesos; su próximo gobierno anuncia el fin de la democracia americana y el imperio de los populismos en el mundo. El horizonte anuncia días convulsos en Estados Unidos y, también, en México.

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