El pasado 2 de junio se llevaron a cabo elecciones que dieron como ganadora a Claudia Sheinbaum, una figura clave en el movimiento encabezado por López Obrador, quien busca darle continuidad a varias de sus políticas. Sin embargo, no hay duda que el ex presidente fue inconsistente en cuanto a política exterior, lo que nos lleva a cuestionar: ¿qué podemos esperar en este sexenio en esta materia y si se anticipan nuevos aliados estratégicos para México? La verdad es que la actual presidenta se enfrenta a varios retos heredados por su antecesor, como los conflictos diplomáticos entre Ecuador y Perú, además que a nivel global nos encontramos en un contexto multipolar y bélico.
Es bien sabido que la economía china está a la conquista del mundo, ya que se ha vuelto el mayor exportador a nivel mundial y la segunda economía más importante en el mundo, por lo que quizá se podría poner sobre la mesa el planteamiento de alguna política por parte del gobierno de Sheinbaum hacia este país. No obstante, históricamente la relación entre China y México no ha sido una prioridad en la política exterior mexicana y está bastante claro que no sería una acción estratégica por parte de nuestro país separarse de Estados Unidos para acercarse a China.
De hecho, México se ha convertido en el principal socio comercial de Estados Unidos y en el sexenio obradorista se firmó una cláusula del T-MEC que establece que ninguna de las partes puede negociar un acuerdo de libre comercio con una economía de no mercado y en caso de hacerlo se da por terminado dicho tratado. Por lo que al firmar esta cláusula se dejó claro el acercamiento de México con Estados Unidos y el alejamiento con el país asiático. Es de suma importancia mencionar que aunque se ha reiterado por parte del gobierno mexicano que somos un país soberano y con autonomía, la verdad es que esta acción puede ser tomada como una contradicción.
Por otra parte, el gobierno chino se ha expresado muy entusiasta por el nuevo gobierno de la actual presidenta y destacó que espera que los lazos entre ambos países se hagan más fuertes. Asimismo, la presidenta cuando fue Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, se comprometió con el embajador de China para fortalecer los vínculos comerciales entre ambos países.
A pesar de ello, la posible profundización de las relaciones entre México y China dependen totalmente de Estados Unidos. Aunque es posible que estos tres países tengan algún punto de convergencia a la hora de diseñar alguna estrategia contra el fentanilo. Sin embargo, por lo pronto no se sabe qué posicionamiento va a tomar México en el escenario internacional en caso de que China se convierta en la superpotencia que espera ser dentro de los próximo años y cómo va encontrar consonancia con la relación entre China y Estados Unidos sin salir perjudicado.