VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Si vuelve Trump

Rafael Rojas *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Como cada cuatro años, vuelve a decirse en medios de la izquierda latinoamericana que no hay mayores diferencias entre los partidos republicano y demócrata en Estados Unidos o entre los proyectos de sus respectivos candidatos: Donald Trump y Kamala Harris. Se asegura, incluso, que eventualmente a América Latina y al Caribe podría irles mejor con el primero, ya que fue menos “injerencista” que Joe Biden.

Se afirma esto último para el caso de México, a pesar de que el argumento tiene en contra toda la política migratoria y arancelaria de Trump, junto con su retórica nativista, racista y xenófoba. Se invisibiliza a través de México, que tiene la situación excepcional de su enorme frontera terrestre y su acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, el terrible efecto que tuvo la pasada presidencia de Trump para América Latina y el Caribe, y el que tendría una nueva, de 2024 a 2028.

Trump, recordemos, ha dado un impulso deliberado a nuevas corrientes de la derecha latinoamericana, como las que encabezan Jair Bolsonaro en Brasil, Javier Milei en Argentina y Nayib Bukele en El Salvador. Las redes globales de su movimiento, a través del CPAC, se han aplicado a la dilatación de esa tendencia en la región, haciendo guiños o dando incentivos para la permanencia o consolidación de gobiernos como los de Dina Boluarte en Perú y Daniel Noboa en Ecuador.

Trump, qué duda cabe, es el principal referente global de las nuevas derechas en el mundo. Su supuesto aislacionismo no es tal, ya que propone un mayor compromiso con Israel en la ofensiva militar en Gaza y una alianza con Victor Orbán en Hungría y Vladimir Putin en Rusia, además de un reforzamiento de la agenda de la guerra comercial contra China.

El único punto de la política exterior de Trump, que conviene realmente a esas izquierdas latinoamericanas, que lo prefieren sobre Harris, es su falta de apoyo al gobierno de Ucrania en su defensa de la invasión rusa. Pero ese único punto puede llegar a pesar tanto en sectores bolivarianos de América Latina y el Caribe que algunos están dispuestos a no recordar el incremento de sanciones contra Venezuela, Nicaragua y Cuba entre 2016 y 2020.

Es cierto que Kamala Harris ha ignorado a América Latina y el Caribe durante una campaña presidencial breve y sumamente polarizada en lo interno. Pero valdría recordar que la vicepresidenta ha tenido una experiencia directa en la región a través de sus visitas a México y su involucramiento en los programas de desarrollo social en Centroamérica, con el objetivo de contener la migración ilegal.

Para México y América Latina, el enfoque de la cuestión migratoria por parte de Harris es más ventajoso que el de Trump, aunque la administración Biden haya tenido que ceder posiciones, lo cual seguramente costará votos a los demócratas entre los hispanos. Con todo, la plataforma de Harris tendría mayores puntos de convergencia con las agendas de control migratorio que se impulsan desde México, Centroamérica y el Caribe.

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