Donald Trump ha mantenido una campaña permanente de acoso y odio contra México a lo largo de ocho años. El magnate, hoy nuevamente virtual ganador de la presidencia de Estados Unidos, ha llevado contra las cuerdas a Enrique Peña Nieto y a Andrés Manuel López Obrador, y ha dejado claro a Claudia Sheinbaum que intentará hacer lo mismo.
Trump no se anduvo con rodeos. En cada ocasión que tuvo oportunidad restregó en la cara a Peña Nieto su retórica de odio contra México. En Los Pinos, en Hamburgo, en París, en la ONU, siempre sentado o parado al lado del entonces Presidente mexicano, dejaba clara su descalificación a México y a los mexicanos que viven y trabajan en la Unión Americana.
Cuando López Obrador asumió la Presidencia de México, como Presidente de Estados Unidos Trump relanzó su relación con nuestro país. Menospreció por un momento a AMLO pero éste, hábil como es, supo ponerlo de su lado, sólo basta recordar los discursos del mexicanos en el Jardín de las Rosas en la Casa Blanca y en la Cumbre de Líderes de América del Norte.
Respuesta ante la amenaza
Y entonces se identificaron al verse como representantes claros del anti establishment de ambos lados de la frontera, que luchaban por reivindicar —desde la visión de cada quien— al pueblo sobre los intereses de los grupos de poder, incluidos los medios de comunicación y los políticos tradicionales. Y hubo armonía.
Pero esa paz momentánea con el hombre más poderoso del mundo no fue gratis para México. El gobierno de AMLO erigió un muro de soldados, marinos y guardias nacionales para satisfacer la demanda principal de Trump para frenar la migración irregular que viene del sur de la región y que atraviesa por territorio mexicano. Trump lo presumía con sarcasmo.
Embajadores del Servicio Exterior Mexicano, consultados ayer por este columnista, veían una posición firme de la Presidenta Claudia Sheinbaum ante los señalamientos de Trump contra México en la víspera de la elección del pasado martes. Pero saben que sí o sí México tendrá que ir en desventaja a un diálogo con el próximo gobierno estadounidense.
Me adelantan que el Gobierno de México mantendrá su demanda de respeto a la soberanía y a los paisanos, a cambio: ofrecerá incrementar su colaboración con las agencias de seguridad estadounidenses para contener la crisis de fentanilo en territorio americano y endurecer las medias para contener la migración irregular que cruza el país y detectar grupos extremistas.
Pero entre los embajadores consultados no hay unanimidad; en unos prevalece la confianza de que Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente sabrán llevar un diálogo con Trump que aminore su presión, otros ven incapacidad para lograr un diálogo institucional que mantenga la relación en los niveles de hoy. Coinciden en que vienen tiempos difíciles para México.
Aquel error de Peña Nieto en agosto de 2016, al recibir en Los Pinos al entonces candidato presidencial Trump —con un trato de Jefe de Estado— abrió la puerta al que ahora será, por segunda vez, presidente de Estados Unidos, un hombre que ha endurecido su visión y discurso contra México y los mexicanos.
A la medianoche del 29 de noviembre de 2018, caminaba por la plataforma del Hangar Presidencial con un funcionario del gobierno de Peña: Trump odia a México por dos malos negocios del pasado y por los que se sintió estafado; el concurso Miss Universo 2007 y un desarrollo inmobiliario en Baja California. Vienen tiempos difíciles para México.
RADAR
HERENCIA EN PEMEX. Desde que Víctor Rodríguez asumió la dirección de Pemex —nos dicen— los problemas en la paraestatal no han dejado de emerger. Ahora surge el caso de Eduardo Padilla Yebra, ex subdirector de Almacenamiento, cercano al ex director Octavio Romero Oropeza por favorecer a empresas afines.
Fuentes del sector nos comentan que, durante su gestión, Padilla empujó contratos a empresas cercanas como PetroGesa y Concordia, Procura de México, Champion Technologies, Aleder, Altaguarda, Comercializadora y Constructora Emporio del Sur, Butaby, Camposeco Construcciones, Stratton Oil, Grupo Gasolinero TAO, AG Constructora y Comercializadora.
Así, Víctor Rodríguez enfrenta un entorno complejo en su misión de limpiar a Pemex de la herencia de Octavio Romero. ¡Sopas!