Altos Hornos de México (AHMSA), la que alguna vez fuera la mayor empresa siderúrgica de México y un pilar económico de Monclova, Coahuila, ha sido formalmente declarada en quiebra, una situación que pone fin a años de lucha por conseguir una inyección de capital que le permitiera salir de una crisis financiera prolongada. La declaratoria fue emitida por el Juzgado Segundo de Distrito Especializado en Concursos Mercantiles, luego de que AHMSA superara el plazo de un año para lograr un acuerdo de reestructura con sus acreedores y fracasara en sus intentos de atraer nuevos inversionistas.
Durante el proceso de liquidación, el Instituto Federal de Especialistas en Concursos Mercantiles (Ifecom) designará a un síndico que asumirá la administración de la compañía, con la intención de liquidar sus bienes para cubrir al menos parte de los adeudos acumulados.
La quiebra de AHMSA es el resultado de años de una compleja situación financiera, agravada por conflictos con el Gobierno federal y dificultades para alcanzar acuerdos con inversionistas que pudieran rescatar a la empresa. Desde 2020, la siderúrgica intentó en repetidas ocasiones reestructurar su deuda mediante la venta de la participación de Grupo Acerero del Norte (GAN), su grupo controlador, liderado por la familia Ancira Elizondo. Inicialmente, se anunció un acuerdo de venta a la Alianza Minerometalúrgica Internacional encabezada por el empresario Julio Villarreal, presidente de Grupo Villacero. Sin embargo, el acuerdo fue cancelado en 2021, alegando incumplimientos contractuales por parte de la alianza.
El rosario de la carta falsa
En un nuevo intento por evitar el colapso, en marzo de 2023 AHMSA anunció un segundo acuerdo de venta, esta vez con el fondo de inversiones estadounidense Argentem Creek Partners, que prometió una inyección de 200 millones de dólares para mantener las operaciones de la siderúrgica. Sin embargo, las negociaciones no avanzaron según lo previsto y Argentem informó que estaba en conversaciones con la Tribu Tradicional Kickapoo de Texas-México, una comunidad binacional con negocios que incluyen casinos y tiendas de conveniencia, en lo que parecía ser un último esfuerzo por asegurar capital para AHMSA.
Mientras tanto, en su momento el expresidente Andrés Manuel López Obrador, hizo un llamado urgente para resolver el caso de AHMSA, señalando que había interés de algunos inversionistas nacionales y extranjeros, como Villacero y la estadounidense Cargill, en participar en un rescate de la empresa. Sin embargo, acusó a los directivos actuales, en particular a Alonso Ancira, de dificultar las negociaciones. La falta de transparencia en las negociaciones y la dependencia de recursos públicos en algunos tramos de la deuda han levantado sospechas de corrupción y un posible conflicto de intereses que, hasta la fecha, no ha sido aclarado.
En el ámbito laboral, la situación se ha tornado aún más tensa. La siderúrgica acumula una deuda significativa con sus empleados, quienes han enfrentado retrasos en los pagos de nómina durante semanas. Ante esta situación, el Sindicato Nacional Democrático manifestó su intención de demandar a Ancira y a AHMSA por incumplimiento de pagos, lo cual evidencia el grave impacto de la crisis financiera en la plantilla laboral. La incertidumbre sobre el futuro de la compañía ha generado descontento entre los trabajadores y ha puesto en riesgo el empleo de miles de personas en la región.
En medio de esta situación, el empresario Adolfo Autrey, quien no tiene una relación oficial con AHMSA, se ha presentado ante los trabajadores como representante de inversionistas interesados y ha propuesto un “plan B” para evitar la quiebra. Sin embargo, AHMSA ha desmentido cualquier vínculo con Autrey, indicando que este individuo no tiene autoridad ni representatividad en la empresa. Las acciones de Autrey han sido vistas como un intento de aprovecharse de la desesperación de los empleados, generando una percepción errónea sobre sus posibles soluciones para la empresa. La confusión generada por su intervención ha obligado al Gobierno de Coahuila a emitir una aclaración pública, señalando que Autrey no cuenta con autorización para prometer acuerdos a los trabajadores de AHMSA.
La situación ha puesto en evidencia la falta de claridad en la comunicación de AHMSA y una aparente desorganización que ha dejado a sus empleados y a la comunidad de Monclova en un estado de incertidumbre. La promesa de 200 millones de dólares en capital de trabajo, que inicialmente se anunció como un alivio para la empresa, se ha diluido en medio de retrasos y falta de avances concretos en el plan de reestructura. De estos fondos, se habían previsto 50 millones de dólares para marzo y otros 150 millones para finales de mayo; sin embargo, hasta la fecha no se ha aclarado si alguna de estas inyecciones de capital se ha materializado.
Además de los problemas de nómina, AHMSA mantiene deudas significativas en el suministro de electricidad, gas natural y otros servicios esenciales, lo cual agrava la inestabilidad operativa de la empresa. La declaración de quiebra no sólo afecta a AHMSA, sino que también amenaza con impactar la economía de Coahuila, dado que muchas compañías de la región dependen de la producción siderúrgica de AHMSA para sus propios productos. El futuro de la siderúrgica y su impacto en la economía regional y nacional siguen siendo inciertos, mientras el proceso de liquidación y la venta de sus activos se perfilan como la última esperanza para reducir los efectos devastadores de su caída.
La historia de AHMSA, desde su auge como líder de la industria siderúrgica mexicana hasta su quiebra, representa un caso de mala gestión, conflicto con las autoridades y desinformación en la comunicación con sus partes interesadas. A medida que el proceso de liquidación avance, la pregunta que persiste es si los errores de liderazgo podrán ser mitigados o si la siderúrgica se perderá definitivamente en el olvido industrial del país. Un desastre total por donde se le vea.