Habrá que insistir en que los escenarios que hoy estamos viviendo están ya dibujando al futuro del país.
México no volverá a ser lo que fue porque desde hace seis años se han venido construyendo nuevas bases, por más endebles que en algunos casos sean, las cuales son el punto de partida para que el actual gobierno las profundice y desarrolle.
López Obrador lo definió antes de ser presidente. Al mandar al diablo a las instituciones adelantó que si alcanzaba el poder serían transformadas. Ahora nos encontramos bajo la construcción de nuevas instituciones o de darle un giro radical a las que hemos construido, en muchos casos con dificultad, durante décadas. Algunas, sin duda, tenían que ser renovadas, pero todas de alguna manera están pasando por la podadora.
El rosario de la carta falsa
Se han tomado decisiones en que se habla del diálogo para debatir qué hacer con ellas, pero en los hechos no se ha escuchado a quienes tienen conocimientos, experiencia y grandes capacidades.
El país ya va siendo otro. Es muy probable que por ahora no tengamos plena conciencia de ello, será cuando en el ámbito de cada uno de nosotros lo vayamos viendo y entendiendo. En ese momento estaremos apreciando lo que a lo largo de estos años se ha venido construyendo.
López Obrador tuvo la capacidad de entender a amplios sectores de la población proponiendo un proyecto que caló de manera significativa, el cual la ciudadanía terminó por hacerlo propio a través del voto.
Todos conocemos esta historia, pero también quedó claro que del otro lado, el de la oposición, no apareció un proyecto que pudiera permear entre la población. La oposición sigue quejándose y no se ve que vaya a ser un factor importante en los próximos años entre los ciudadanos. Uno de los grandes problemas que tiene la minoría en el Congreso es que estando bajo el control de Morena, en muchas ocasiones termina deambulando.
El territorio del país es dominado por Morena, porque su estrategia es la de no dejar de estar en las comunidades, las cuales en muchos casos están con ellos por el hecho de que los han volteado a ver; una de las razones principales de todo esto está en la narrativa de López Obrador: “Primero los pobres”.
Es probable que éste sea el punto de partida de la transformación que estamos viviendo sin siquiera imaginar sus futuras consecuencias. El expresidente arremetió contra las instituciones y contra una clase política que con esta narrativa y otros factores ha sido desplazada y señalada.
Que el país no será lo que fue no tiene que ver con la nostalgia. Más bien es que no hay manera de pensar que para enfrentar el futuro se tenga que colocar el pasado como divisa de convencimiento en la sociedad.
Si algo ha quedado en evidencia entre las y los mexicanos es que el pasado no tiene que volver, la presencia del proyecto de la autollamada 4T es la mejor demostración de que el grueso de la población no quiere el pasado, suponemos que tampoco a quienes se encargaron de encabezarlo, aprovechándose de manera grosera del momento que les tocó vivir, lo saben, se creyeron eternos, como quizá en algún sentido esté empezando a suceder con el actual oficialismo.
Morena tarde que temprano enfrentará el problema de estarse viendo ante su propio espejo sin considerar circunstancias que pasan por formas distintas de hacer las cosas y por la necesidad de tener en la gobernabilidad y convivencia, la división de poderes, la pluralidad, la libertad y el diálogo, las llaves para abrir el presente-futuro.
El futuro ya nos llegó. La mayoría se va asentando de manera clara sin dejar de tener una aprobación en términos nacionales. Están construyendo el futuro para el país.
RESQUICIOS.
El oficialismo tiene que cumplir sus reglas en la elección de la presidenta de la CNDH. Meter en la terna a fuerza a su candidata, a lo que se suma una carta de un supuesto apoyo a su reelección en la que se incluye a don Raúl Vera quien ha negado haberla firmado, refleja lo que piensan y quieren de la comisión.