SOBRE LA MARCHA

La nueva violencia nacional

Carlos Urdiales
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Urdiales *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Un mes y un tercio. El sexenio de la Presidenta Sheinbaum apenas comienza y no va mal. Lo presentado en materia de vivienda de Bienestar, apoyo con becas a jóvenes estudiantes y compras consolidadas de medicamentos, ha sido bien revisado y recibido en términos generales.

Sus nuevas mañaneras, más concisas y menos chabacanas, son importantes, pero no la única acción de Gobierno cotidiana y visible.

La postura frente al triunfo en Estados Unidos de Donald Trump con las connotaciones para nuestro país, como aranceles, revisión del T-MEC, deportaciones, migración y seguridad binacional, con énfasis en el trasiego de fentanilo, muestra temple y la existencia de un equipo de Gobierno.

Hablando del mundo, la Presidenta anunció que irá a Brasil a la reunión del G-20, lo cual es un cambio de la Presidencia respecto a la política exterior que, sin reñir con la doméstica, se asume con mejor visión.

Viraje sutil, sin estridencia y con la dosis de continuidad ideológica necesaria para no hacer un caso donde no lo hay.

Sin embargo, los niveles de violencia criminal en Sinaloa, Guerrero, Morelos, Chiapas, Estado de México y ahora también en Querétaro, configuran, en apenas un mes y días, un foco de alerta nacional con demasiados enfoques y ángulos de ataque.

Herencia maldita de estrategias que, desde la guerra hasta los abrazos, no han hecho más que tolerar la expansión de auténticos corporativos delincuenciales.

Siglas se suman, CJNG, de Sinaloa o los de Los Chapitos, Santa Rosa de Lima, Familia Michoacana, Guerreros Unidos, Los Ardillos, Unión Tepito o escisiones de Los Zetas, colorean el mapa nacional con sus avances y retrocesos en la conquista de territorios y plazas para el narcomenudeo, huachicol, contrabando, trata, cobro de piso y extorsiones.

Lo sucedido en el antro Los Cantaritos, en Querétaro, cuando aparentemente los del Cártel Santa Rosa de Lima entraron a matar a La Flaca, sicario del Cartel Jalisco Nueva Generación, llevándose otras nueve vidas de pasada e hiriendo a trece más, es una nueva campanada justo cuando el nuevo Gobierno federal busca reducir esos delitos de alto impacto, con base en inteligencia y una nueva narrativa oficial.

Si bien apenas a las tres semanas de inaugurada, la administración encabezada por Claudia Sheinbaum, presentó la estrategia nacional en seguridad y el responsable de esa secretaría de Estado, Omar García Harfuch, delineó un plan racional y bien articulado con Guardia Nacional, Defensa, Marina y Fiscalía General de la República, estos hechos constituyen una renovada emergencia nacional.

Por cierto. Morena está bien y de buenas. Su flamante dirigente, Luisa María Alcalde, habla de la necesidad de institucionalizar su movimiento para que éste no sea una solución electoral de coyuntura, justo cuando el PAN ha renovado —dicen— su presidencia con Jorge Romero al frente tras ganar —dicen— la elección interna. Junto con Alito en el PRI, ¿qué más puede pedir el partido de la Presidenta?

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