Se ha venido reduciendo la efectividad del discurso oficial de responsabilizar de todos nuestros males al pasado.
El tiempo de gracia se va diluyendo y acabando. Cada vez es más claro que en los últimos años la estrategia para enfrentar la violencia está lejos de cumplir sus objetivos; es difícil detectar los avances.
La narrativa ya no alcanza para justificar lo que ha venido sucediendo desde el pasado sexenio. El mes con 11 días que lleva en el poder Claudia Sheinbaum no ha sido muy distinto de lo que se vivió con López Obrador; el pasado fin de semana de alguna manera pintó el estado de las cosas.
Para bien no se ha caído en expresiones en que se les pedía a las mamás hablar con los hijos para que se calmaran o cosa parecida. En muchos casos las familias saben muy bien en lo que están metidos sus hijos y por más que les pidan que se salgan de su “trabajo” no lo hacen. Al final, para bien y para mal, las familias son las que se ven beneficiadas por las “actividades” de sus hijos. No hay manera de sorprenderse, cuando de la noche a la mañana empieza a cambiar el estatus económico de sus hijos.
El “abrazos no balazos” se convirtió en una estrategia que no tenía asidero. En medio de la brutal violencia como estrategia que tienen los cárteles de la droga no había manera de que pudieran mínimamente reparar en la idea de los abrazos. En muchos casos, la delincuencia organizada acabó por violentar aún más sus luchas por territorios y rutas.
Los ciudadanos no hemos dejado de vivir en carne propia la violencia. Seguimos siendo parte de lo que de manera insensible llamó Felipe Calderón “daños colaterales”, tratando de explicar con ello que en ocasiones la guerra, que al final dijo que no era, traía consecuencias.
Las cosas han cambiado muy poco. El total de personas muertas por hechos violentos en el pasado sexenio muestra que el país sigue sin tener una estrategia en que se está atacando el eje del problema. Todas las propuestas que López Obrador le puso en la mesa al Congreso en la materia fueron apoyadas por todas las fuerzas políticas, lo que generó polémica fue el paso de la Guardia Nacional a la llamada Defensa, pero todo lo demás fue aprobado y apoyado por todos los partidos políticos.
La tendencia no ha cambiado. Ayer en el Congreso le dieron todo el apoyo a quien se ha convertido en la esperanza de poder enfrentar el problema de manera diferente. En García Harfuch está la posibilidad de que se le dé un giro a la estrategia en función de su experiencia, pocos funcionarios han generado tanta expectativa como el secretario actual de Seguridad.
Las matanzas en Querétaro y Cuautitlán Izcalli muestran la cara más oprobiosa de lo que estamos viviendo. Querétaro se había convertido en algo así como la joya de la corona en seguridad debido a su ubicación geográfica. Había logrado evitar los brutales problemas de Guanajuato, Michoacán, Jalisco y hasta del Edomex.
Sin embargo, desde hace varios meses particularmente la capital se ha visto azotada por hechos violentos. La matanza en un bar en el centro de la ciudad muestra que por más que se haya logrado resistir ante la presencia de grupos delincuenciales éstos se han ido acercando al estado, muy probablemente por las severas estrategias que se están instrumentando, sobre todo en Guanajuato.
La Presidenta y el Congreso le han dado todo el apoyo a García Harfuch. En algunos estados se están teniendo experiencias positivas en la materia, como Coahuila y en algún sentido lo que ha venido pasando los últimos meses en Zacatecas, habrá que tomar nota.
Ya no tiene sentido señalar al pasado como eje de todos nuestros males. Desde hace seis años son otros los que están en la ventanilla.
RESQUICIOS.
Ahora resulta que la Feria Ganadera en Sinaloa se suspendió, porque iban a participar cantantes de corridos y no por narcoamenazas ni por lo que está viviéndose en casi todo el estado; bueno, eso dice el gobernador.