El Estado tiene el derecho para desplegar el uso legítimo de la fuerza, mantener el orden y está obligado a proteger a la sociedad, resguardar la seguridad pública, así como tiene compromiso de cuidar la integridad de las personas y sus bienes.
Las condiciones de incrementada violencia reciente en Sinaloa, Guanajuato, Guerrero, Querétaro o el Estado de México —coincidentes tres de esas entidades con siete de las mencionadas en la mañanera de la Presidenta Claudia Sheinbaum como las que concentran el 50 por ciento de los homicidios dolosos del país: Guanajuato, Edomex y Guerrero— demuestran al menos el déficit de liderazgo de sus gobernadores, la soberbia delincuencial y la mirada desconcertada de segmentos de poblaciones urbanas y rurales.
La oportunidad para ejecutar paulatina y crecientemente la estrategia de seguridad federal, donde la investigación conduzca a detenciones estratégicas para provocar el retroceso de una violentada frontera de seguridad, debe ser abrazada por la comunidad nacional, así como es impulsada por el Gobierno de México.
Bartlett, ¿París o Washington?
En más de 60 por ciento de los casos las muertes resultan de disputas por territorios. En una decena de entidades así se vive y se percibe. Los gobernadores deberían revisar el ejemplo de la Presidenta Sheinbaum cuando impulsó la persecución del delito, incluso más allá de las fronteras de la CDMX, en vez de esconderse en sus rincones demagógicos y la ausencia de actuación.
En 39 días, Sheinbaum ha detenido a más de tres mil responsables de delitos de alto impacto, lo cual estaría conectado con la probabilidad próxima de disminuciones adicionales al decremento de 17.4 por ciento en homicidio doloso en promedio diario registrado entre 2018 y 2024.
Prácticamente, todos los delitos de alto impacto registran decrementos, a excepción de la extorsión, sobre la cual la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, instruyó una estrategia integral para fortalecer la investigación, hacer reformas legales e impulsar el reporte a través de la Línea 55 5536 3301, operada por el C5.
La verdadera seguridad es una empírica y cotidiana realidad de hechos y percepciones; es la ausencia de amenaza real y percibida.
Los signos de entendimiento verbal entre las fuerzas partidistas, por encima de diferencias ideológicas o programáticas, son un buen síntoma, pero insuficiente mientras no contribuya al decremento de la violencia real, percibida, mediatizada y conocida por la población y los actores sociales y económicos. El tema es acuerdo en la acción.
El titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, tiene a su alcance una diversidad de instrumentos para restablecer la percepción de orden. La ciudadanía tiene a su favor la determinación del Gobierno de Sheinbaum y ahora nos hace falta carácter de las personas gobernantes en las entidades críticas.