Sorpresa positiva generó la publicación oportuna del PIB correspondiente al tercer trimestre del año (3T24). No obstante, el dato no es suficiente para atenuar las tendencias actuales de desaceleración y mucho menos para mejorar las perspectivas de bajo crecimiento para el próximo año.
El PIB oportuno del 3T24 repuntó 1.0% respecto al trimestre anterior (serie desestacionalizada), desde 0.2% en el trimestre previo. Este resultado estuvo por arriba del consenso de la encuesta del Banxico (0.8%). Además, este avance es el mayor en los últimos cuatro trimestres reportados por el Inegi.
Respecto al mismo trimestre del año anterior el crecimiento fue de 1.5% desde 1.0% en el trimestre previo, con ello, el crecimiento acumulado en los primeros nueve meses del año es de 1.4%. Cabe notar que el repunte productivo fue generalizado. Todos los sectores mostraron un importante avance, destacan los servicios que en el año acumulan un avance de 1.9% anual; en tanto, que la agricultura a pesar de haber repuntado vigorosamente en el 3T24, acumulada en el año registra una caída de -0.2% anual. La industria, por su parte, tiene un pobre desempeño con un incremento de sólo 0.9% con actividades a su interior desacelerándose rápidamente como la construcción.
Murat y la 4T, el mundo al revés
En consecuencia, el desfile de datos anteriores muestra que la economía mexicana aceleró su crecimiento luego de tres trimestres de crecimiento aletargado. Entre los factores que pudieron generar esta dinámica más favorable están principalmente la reactivación de programas sociales (que se habían adelantado en el primer trimestre por las elecciones), la recuperación del poder adquisitivo de las remesas derivado de la depreciación cambiaria, el mayor ímpetu en la obra pública de la anterior administración después del periodo electoral, todos ellos factores que generaron mayor fuerza en el consumo y la inversión.
Desafortunadamente, las cifras reportadas no son suficientes para concluir un cambio de rumbo en el crecimiento económico. La tendencia de desaceleración ha estado presente a lo largo de todo este año y, posiblemente, se haya retomado en el último trimestre, por lo que el avance del PIB en todo el 2024 será cercano a 1.5%.
En lo interno, este año ha sido de una fuerte contradicción en términos de política económica. Los impulsos a la actividad económica derivados de la expansión fiscal (un déficit cercano al 6.0% del PIB) han sido contrarrestados por una política monetaria muy restrictiva con altas tasas reales de interés. Asimismo, el enrarecimiento del ambiente político en México es un factor adicional interno que no ayuda al crecimiento.
El impacto externo ha sido demoledor. La debilidad del mercado manufacturero de Estados Unidos que se ha traducido en debilidad de nuestras exportaciones, además de la contracción de las remesas medidas en pesos reales durante el primer semestre. A todo ello se suma la fuerte incertidumbre generada por el triunfo de Trump y las amenazas que sobre México ha vertido y que en su momento puede frenar las decisiones de inversión en algunos segmentos.
En consecuencia, éste ha sido un año muy complicado para la economía mexicana. El reciente dato del PIB es una sorpresa positiva, por desventura, pasajera.