La elección de la presidenta de la CNDH mostró en diversos sentidos, que al interior de Morena, obviamente, no existe uniformidad en las decisiones que se toman en el Congreso.
Nadie se atrevió a alzar la voz, pero en el debate sobre la CNDH surgieron diferentes voces sobre quién debería encabezarla, a pesar de que al final ganara la candidata, presumimos, de quien la apoyó desde hace cinco años.
No sorprenden las diferencias de pensamiento, porque Morena no es un ente monolítico. A su interior existen diversas corrientes de opinión que tienen que ver con concepciones no solamente de carácter ideológico, lo que lleva a diferentes visiones sobre la gobernabilidad del país, sino también con una marcada lucha por el poder.
Golpes federales al hampa
En esta ocasión las huestes morenistas apechugaron en medio de presiones de toda índole para que apoyaran a la impuesta Rosario Piedra, porque además, a querer o no, estuvo presente todo el tiempo la imagen de López Obrador como parte fundamental del debate y desenlace; el fantasma del tabasqueño no dejó de rondar por el Senado entre las y los morenistas.
Lo que habrá que ver ahora es cómo se darán las cosas ante nuevos debates sobre reformas y estrategias, a sabiendas de que la oposición está diluida y las discusiones más intensas y trascendentes se encuentran al interior del propio movimiento; la mayoría lo impone ante una oposición que no tiene la más mínima capacidad de maniobra.
Para tratar de entender en lo que estamos, hay que partir de que la Presidenta no es el expresidente, por más obvio que sea. El consenso en torno a López Obrador en términos de la fervorosa militancia es distinto que el que convoca Claudia Sheinbaum. Son dos personajes diferentes y cada uno tiene su propia manera de actuar, pero, sobre todo, en el caso del tabasqueño no deja de aparecer como el eje de todo el movimiento, por más que llevemos un mes y 15 días sin saber dónde anda.
Tan sigue siendo el eje que bajo cualquier pretexto le invocan. En el pleno del Senado durante el debate sobre la elección de la CNDH fue más importante lanzar “es un honor estar con Obrador” que colocar en el centro a la Presidenta. Por si fuera poco, le cantan las mañanitas indistintamente en el Congreso y en la mañanera.
Sigue siendo el tótem del cual no quieren ni pueden por ahora hacer a un lado. La especulación sobre si el expresidente es la mano que mece la cuna, tarde que temprano tendrá que pasar a segundo plano. Lo importante será si la Presidenta logra conciliar un movimiento en donde confluyen diversas tendencias políticas y en donde se va apreciando desde que llegó la Presidenta al poder una batalla interna entre quienes llaman “duros” y “negociadores”.
La elección de la impuesta se va convirtiendo en algo así como un round de sombra al interior de Morena. Por más que defiendan a Piedra, quedó en claro que no hubo consenso al respecto, el cual sólo se logró a través de presiones.
La candidata que tenía el mayor peso para algunas y algunos legisladores de Morena era Nashieli Ramírez, quien tiene los atributos y capacidad, además de haber trabajado cerca de la Presidenta, en la CDH de la CDMX cuando ésta era jefa de Gobierno. Sin embargo, no se hicieron valer las altas calificaciones de quien fue la mejor evaluada en el proceso que el Senado había llevado a cabo para la designación de la presidenta de la CNDH.
La Presidenta tiene el poder. Sin embargo, uno de los problemas para ejercerlo pasa por su partido y el Congreso, el cual controla, pero al que ya se le ven diferencias que pueden abrir grietas.
Lo de la CNDH fue un round de sombra al interior de Morena.
RESQUICIOS.
Habrá que ver la reacción de la Presidenta ante la decisión de la calificadora Moody’s sobre bajar la calificación de México de “estable” a “negativa”. Hace pocos meses el inquilino de Palacio dijo que no hay que tomarlas en cuenta. Las calificadoras guían el camino de los inversionistas; en estos ministerios no hay complot.