SOBRE LA MARCHA

Transformación digital

Carlos Urdiales
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Urdiales *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Continúa la infinita metamorfosis de un país que sistemáticamente le apuesta más a la épica ideológica, que a las acciones capaces de movernos del rezago educativo, a la ciencia para el bienestar público.

De los balazos y las masacres que se revisan temprano, pero se combaten tarde, a un Estado garante de derechos vitales. De sistemas de salud enfermos alucinando con emular a los del primer mundo, hacia una plataforma nacional que atienda y alivie a millones que no se ríen de las criminales ocurrencias disfrazadas de combate a la corrupción.

La formación y estructura mental de la Presidenta Claudia Sheinbaum puede provocarnos discretos entusiasmos cuando, día a día durante su primer mes y medio en el poder, presenta programas de política pública en materia de seguridad o de transformación digital, sustentados en esquemas transversales para su diseño, construcción y funcionamiento pleno con proyección a los próximos dos, tres o cuatro años.

A diferencia del primer piso de la 4T, esta gestión privilegia otro orden; primero el diagnóstico y después los objetivos retadores, pero alcanzables. Y después las acciones consecuentes. No al revés. Empezar por demoler sin saber qué sucederá ni cómo resolver el caos, el desabasto, la impunidad y la mentira oficial como versión final y trágica.

Ayer se presentó la hoja de ruta de la nueva Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones del Gobierno federal a cargo de Pepe Merino, quien tiene el reto de replicar, en todo el país, lo que durante la gestión de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México se logró en esa ventanilla.

La tecnología y la conectividad públicas concebidas como herramientas para el goce popular de todos los derechos y el bienestar tanto individual como el colectivo.

Hacer que sean los gobiernos, no los ciudadanos, quienes asuman la carga de trámites y procesos redundantes e ineficientes, que convierten en víctimas a quienes pretenden atenderse en el sector salud, tributar, invertir o emprender, así como construir o regularizar un expediente oficial.

El compromiso es que todo lo tangible pueda hacerse digital, reducir al mínimo la carga regulatoria para el ciudadano, interconectar sistemas públicos, generar ahorros y acotar espacios propicios para la corrupción, hacer del número 079, el acceso multicanal para atender de principio a fin cualquier tema que involucre al Gobierno.

Durante la presentación de esta agenda pública se precisaron fechas y responsables, dependencias involucradas y metas comprometidas para la reducción en el número de pasos, así como recortar los tiempos requeridos, en promedio, según el portafolio de trámites de que se trate.

Un proyecto sobrio que tiene a su favor la marea digital que orienta al mundo.

Apartado que de tener éxito le cambiará el rostro a México, cerrando brechas socioeconómicas a través de la tecnología como un bien público y no como el privilegio de la capacidad de compra. Un futuro inmediato que iguale el piso de las oportunidades para todos y todas.

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