El historiador italiano Massimo de Giuseppe, profesor de la Universidad IULM de Milán, ha escrito para la editorial Il Mulino de Bolonia, una breve historia del México moderno, de gran interés. El libro está pensado y escrito como una biografía de la nación mexicana moderna. Dado que la persona biografiada es una comunidad y no un individuo, el libro da cuenta de la síntesis vital de una experiencia colectiva.
Es difícil encontrar en otros intentos similares una atención tan bien distribuida entre los aspectos económicos, políticos, sociales, culturales e internacionales del México moderno. En el libro de Giuseppe se habla del Plan de Iguala y la guerra del 47, la rebelión de Ayutla y la Constitución del 57, la Revolución y el cardenismo, el México del priismo tardío y las reformas neoliberales, la alternancia de Fox y la 4T de AMLO.
Pero también se habla con asombroso nivel de detalles de Frida, Diego y los muralistas, de Octavio Paz y Carlos Fuentes, de Rosario Castellanos y Juan Rulfo, de la época dorada del cine mexicano, de María Félix y Pedro Infante, de escritores más recientes como Juan Villoro, Guadalupe Nettel y Álvaro Enrigue y de cineastas como Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro.
Tan asombrosa como esa mirada integradora, que no parece dejar nada importante fuera, es la noción de modernidad que opera en el libro. Es sabido que la historiografía ha manejado diversas hipótesis sobre la modernidad mexicana. Daniel Cosío Villegas, por ejemplo, pensó en una historia moderna del país que contara, fundamentalmente, el tramo de la República Restaurada y el Porfiriato, entre 1867 y 1910, y luego de la Revolución a partir de este último año.
Otros historiadores como Horst Pietschmann o Josefina Zoraida Vázquez han insistido en incluir las reformas borbónicas de fines del periodo virreinal dentro de un primer tramo de modernización y secularización que atraviesa la guerra de independencia y desemboca en las reformas liberales de los años 30. Esa idea, muy en sintonía con la visión de José María Luis Mora, ha perdido fuerza con las más recientes revaloraciones del México republicano y federalista de 1824 en adelante.
La periodización creativa que propone Massimo de Giuseppe en su libro dialoga con esa producción historiográfica más reciente. El historiador italiano entiende las guerras de independencia como un momento fundacional del federalismo republicano que se constituye a partir de 1824 y prolonga la experiencia de aquella primera etapa del Estado nacional hasta el inicio de la guerra con Estados Unidos en 1845.
Es interesante la forma en que se entrelazan el ámbito nacional e internacional del México moderno en este libro. Aunque no se subestiman las tensiones entre federalismo y centralismo o entre liberalismo y conservadurismo, es la guerra del 47 y su terrible desenlace el punto de partida de una refundación del Estado nacional, que se extenderá hasta el Porfiriato. Es esa guerra, y no Ayutla, la Reforma o la República Restaurada, el punto de quiebre.
La periodización del periodo revolucionario tampoco es convencional. La Revolución se extiende desde la “utopía maderista” hasta el Maximato callista, es decir, de 1910 a 1934, sin excluir páginas brillantes sobre la guerra cristera. Pero el cardenismo no se entiende como desenlace o consumación del cambio revolucionario sino como arranque de una nueva etapa que se superpone a la Guerra Fría y concluiría con el gobierno de Luis Echeverría en 1976.
Muy atento a las alternativas al orden internacional de la Guerra Fría, el libro propone entender la política exterior cardenista como punto de partida de un tercermundismo mexicano que habría entrado en crisis en los 80, junto con el propio sistema económico post-revolucionario. Respuestas antagónicas al giro neoliberal como el EZLN o la 4T ilustrarían muy bien los dilemas del México del siglo XXI.