Los detractores, críticos y opositores a Morena se la pasan esperando que la Presidenta o la mayoría tomen caminos distintos.
Esto no va a pasar. Por más desigual que pudiera ser lo que llaman el nuevo régimen hay que entender que ya está entre nosotros. No va a cambiar en el corto ni mediano plazo de no ser que la ciudadanía decida algo diferente en futuros procesos electorales, lo cual se ve francamente remoto.
Para decirlo claro, Morena y su proyecto llegaron para quedarse durante un buen tiempo. Todo lo que pase a partir de ahora tiene que ver con ello y no tiene sentido estar bajo la esperanza de que las cosas van a cambiar por alguna coyuntura. Estamos ante lo que llaman el nuevo régimen y la construcción del segundo piso de la autollamada 4T.
Al principio del sexenio pasado parecía impensable que López Obrador cancelara el aeropuerto de Texcoco. Sin embargo, lo hizo y además propuso un proyecto aeronáutico alternativo, el cual a la fecha no ha dado resultado. No se creyó aquello de que sobre la advertencia no hay engaño, y la propuesta de una estrategia en materia aeronáutica ha sido hasta ahora inoperante.
Parecía un hecho que Rosario Piedra tendría que dejar la CNDH, ella misma debió haber sido más digna. Existían los elementos para cambiar la dirección de la Comisión, entre otras cosas, porque Piedra no reunía los requisitos sin pasar por alto que en 2019 fue objeto de una justificada polémica por la imposición de López Obrador.
A pesar de ello se tomó una decisión que va más allá de lo popular, en el fondo queda en evidencia el desdén hacia la CNDH, el cual no va a cambiar, porque se inserta en la construcción e institucionalización de lo que llaman el nuevo régimen. Conciben a la Comisión como está para ser parte del segundo piso de la 4T.
La lectura sobre lo que está pasando debe contemplar hechos consumados. Querer ver las cosas a través de coyunturas puede ser importante para entender momentos, pero no ofrece claridad sobre lo que ya es un nuevo régimen que no está dispuesto por ningún motivo a cambiar sus grandes objetivos al costo que sea.
El problema que ya se esté enfrentando no es tanto como buscar la manera de desacreditar al régimen, lo cual es cada vez más complicado por su genuino apoyo popular. El gran problema está en que este nuevo régimen es incapaz de verse a sí mismo y va llevando las cosas a un ritmo en donde la crítica es desechada bajo argumentos menores y en muchos casos bajo actitudes con tintes autoritarios.
Es por lo que a menudo poco o nada importan las contradicciones a su interior y al de la mayoría. Hoy pueden decirse una cosa y mañana otra y no pasa absolutamente nada, los problemas están al interior no al exterior.
A Ricardo Monreal le pasó el tren por encima. De manera sumisa dijo que se disculpaba por el uso de un helicóptero, el cual días antes había ponderado, asegurando que así lo verían a menudo.
Le llamaron la atención, le pasaron por encima y se sometió a lo que hay que agregar su fallida propuesta de debate sobre una reforma fiscal, la cual también recibió un coscorrón desde Palacio Nacional.
Reiteramos que los grandes problemas para el régimen no tienen que ver con la oposición, menos aún con la llamada comentocracia. Desde la crítica no se ha alcanzado a vislumbrar la consolidación de un régimen y se sigue viendo las cosas a menudo bajo la esperanza de que se equivoque, se tropiece, o que aparezca algo inaudito.
Esto no va a pasar. La 4T gobernará durante un buen tiempo y si la oposición y la crítica no lo entienden, entendemos, seguirá perdiendo el tiempo con argumentos menores y con esperanzas fallidas.
RESQUICIOS.
En lo más importante de lo menos importante, hay que reconocer que el futbol mexicano ha decrecido de manera significativa. Es la nueva realidad y hay que asumirla para dejar de imaginar que seguimos siendo los reyes de la pradera; la crisis es estructural y en la zona con autoridad ya nos gana cualquiera.