Estamos a unos días de que se discuta la extinción de siete organismos autónomos, entre ellos el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, el Inai.
Primero, le han recortado el presupuesto en 50 por ciento para luego dar paso a la reforma que terminará por poner el último clavo en el ataúd de esta institución.
Otra institución está en vías de ser minada y, según salga la elección de jueces, magistrados y ministros, podría tener el mismo destino. Todo depende de cómo se organice y cómo resulte la elección de junio de 2025 y, sobre todo, cuánto cueste.
Murat y la 4T, el mundo al revés
El INE les ha dicho a las y los legisladores que si quieren una buena elección se necesitan 13 mil millones de pesos. ¿Por qué? Entre otras cosas, por la totalidad de cargos a elegir, casi novecientos, y porque se trata de una elección muy distinta a las que se han tenido en toda la historia democrática del país.
Sólo para echar a andar esta elección con papelería y una campaña para enseñarle a la población cómo votar, se contempla una millonada.
Pero los legisladores, o mejor dicho, el partido en el Gobierno, quiere que esa elección cueste menos de los ocho mil que costó la presidencial de este año.
En el INE han dicho que el presupuesto requerido no está escrito en piedra, es decir, se puede modificar y ya se piensa en reducir el número de casillas (de un total de 170 mil que se instalaron para la elección presidencial) y que en algunas zonas del país ahora sí se recurra a las urnas electrónicas.
Aunque son ideas viables, no se trata de una simple negociación de dinero. Me cuentan en estas cloacas que, recortarle el presupuesto al INE para organizar la primera elección de jueces es la primera bomba.
La otra será el propio resultado de la elección. Con pocos participantes —una mínima de juzgadores ha levantado la mano para contender— y con poco presupuesto, el costo del voto por ciudadano será mayor al de la Presidencia. Es decir, un proceso demasiado caro y que dejará mucho que desear.
Después de esto vendría una especie de “¿Ya ven?, es mejor que las elecciones las organice el Gobierno, el INE ya no es necesario”.
Así que la moneda del presupuesto está en el aire. No sólo se trata de organizar una elección, sino de darse un balazo en el pie, porque todo pinta a un proceso irrisorio, con todo el respeto que me merecen las y los trabajadores del INE que, dicho sea de paso, son unos profesionales.
El problema es que desde el oficialismo están acomodando las cosas para que la ciudadanía vea al árbitro electoral como un ente innecesario.
En el baúl. El decreto para que las llamadas Utopías sean administradas por el Gobierno central, a cargo de Clara Brugada, y no por el de la alcaldía Iztapalapa, es un reflejo de la relevancia que tienen para la mandataria capitalina. Me cuentan que a ésta le interesa mantener su gestión, dado que se trata de un proyecto insignia que tendrá no sólo continuidad sino centralidad en los próximos años. Así que como decía la abuela Dondinéa: “agarró sus canicas y se las llevó”.
Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!