EL ESPEJO

La hora de los halcones

Leonardo Núñez González
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Leonardo Núñez González *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Los recientes nombramientos de Donald Trump para su próximo gabinete indican una inclinación hacia políticas más agresivas, punitivas y confrontativas, reflejando la influencia de los “halcones” en su administración. En política internacional, se denomina “halcones” a aquellos funcionarios que promueven enfoques duros y militaristas en las relaciones exteriores, especialmente hacia naciones como China, o temas como los migratorios.

Esta tendencia se evidencia en la designación de figuras clave asociadas al Proyecto 2025, plan conservador que busca reestructurar el gobierno federal para fortalecer el poder presidencial y promover una agenda acorde a las visiones radicales del trumpismo. El proyecto suscitó gran atención y preocupación por ser un manual detallado de cómo aumentar el control presidencial y desmantelar o desactivar frenos a la centralización del poder. A pesar de que Trump negó categóricamente su conexión con ese proyecto durante la campaña, ha seleccionado a varios de sus autores para puestos estratégicos, dando la razón a quienes señalaron su cercanía con esta visión.

Por ejemplo, Russell Vought, uno de los arquitectos del Proyecto, ha sido nombrado director de la Oficina de Administración y Presupuesto. Asimismo, Tom Homan, conocido por su postura estricta en inmigración, ha sido designado como “zar fronterizo”, y Stephen Miller, reconocido por sus políticas duras, ocupará el cargo de subdirector de políticas. Estas elecciones muestran una administración que priorizará políticas más rígidas en asuntos como inmigración, seguridad nacional y la competencia con China, alineándose con la visión de los “halcones” y del Proyecto 2025.

En materia migratoria, Trump ha anunciado planes para llevar a cabo la operación de deportación interna más grande en la historia estadounidense. Esto incluiría la construcción de grandes campamentos para albergar a migrantes en espera de deportación y la movilización de fuerzas federales y locales con gobiernos republicanos para realizar arrestos a gran escala de inmigrantes indocumentados en todo el país. Si el Congreso se niega a financiar la operación, Trump podría recurrir a tácticas utilizadas en su primer mandato, como redirigir fondos del Pentágono.

Además, Trump ha expresado su intención de reinstaurar y ampliar la prohibición de viajes desde países predominantemente musulmanes y reactivar políticas de la era Covid, como el Título 42, para restringir aún más la inmigración, esta vez basándose en la afirmación de que los migrantes portan otras enfermedades infecciosas. Estas medidas reflejan una postura más dura y centralizada en la gestión de la inmigración y la seguridad nacional.

La segunda gestión de Trump está decidida a avanzar con estas iniciativas y superar la infame estadística que muestra que, contrario a lo que se creería, el título del presidente que más ha deportado personas de Estados Unidos no es de Trump, sino de Barack Obama, con casi 1.57 millones de deportaciones en su primer mandato y 1.49 millones más en el segundo, mientras que Trump expulsó a 1.2 millones de personas. A partir del 20 de enero del próximo año tendremos el regreso del discurso y políticas xenófobas con la suma de pretender superar ese infame récord. Viene la hora de los halcones y no es claro que aquí estemos listos para enfrentar las consecuencias del regreso de la política migratoria de Trump.

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*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.