Habrá que acostumbrarse a que Donald Trump sea parte medular de la agenda mexicana, al menos por los próximos cuatro años.
Independientemente de lo que pueda pasar en la relación bilateral, es importante atender asuntos internos que nos generarán aún más problemas en nuestra relación con EU, en el camino también se empiezan a visualizar dificultades con Canadá.
La violencia como constante en nuestras vidas es uno de los asuntos fundamentales. Además de lo que provoca entre nosotros está abriendo diferentes frentes en el país, lo cual va repercutiendo en la mirada sobre México en el mundo. Frecuentemente nos convertimos en centro de atención por lo que sucede en el país.
Agarrón en el Senado
Lo que provoca la delincuencia organizada está en todos los ámbitos. El miedo se ha expandido y no sólo es eso, sino que también el país ha ido perdiendo territorio en la gobernabilidad ante la delincuencia organizada.
Una de las prioridades debe ser recuperar territorio, porque en muchas zonas del país no hay manera de que se establezcan relaciones directas entre los ciudadanos y los gobiernos locales. La delincuencia organizada se ha convertido en el referente de manera directa e indirecta en muchas comunidades. Las autoridades pasan a segundo plano o se presentan escenarios, como lo acaba de evidenciar la Operación Enjambre, en que la complicidad junto con lo que perniciosamente se va convirtiendo en intereses comunes, terminan por definir y establecer la gobernabilidad.
La violencia es el principal problema del país. Como hemos venido insistiendo, mientras no se ataque de manera frontal el problema para al menos atemperarlo, vamos a tener un flanco abierto del cual se van a aprovechar la delincuencia organizada y, en su feroz y agresiva narrativa cotidiana, personajes como Trump.
El futuro presidente de EU está empezando a soltar las manos, particularmente con sus vecinos. Le ha pedido a Rusia y Ucrania que se sienten a dialogar con él, pero eso es más bien un asunto de futuro, el aquí y ahora para Trump está en lo que pasa en sus fronteras.
Es importante atenerse a que con el empresario-presidente una cosa es lo que se conversa con él vía telefónica y otra muy distinta es lo que interpreta sobre la conversación. Pasó en diferentes ocasiones con López Obrador, quien a lo largo de la relación que sostuvo con el futuro presidente si algo se vio es que trató de llevar la fiesta en paz, o quizá acabó accediendo a lo que le pidió.
En los hechos terminamos por ser el tercer país en el tema migratorio. Todo apunta a que vamos a volver a serlo, si nos atenemos a la interpretación de Trump de su conversación con la Presidenta mexicana.
No hay duda de que se tienen que encontrar mecanismos de organización con el fenómeno migratorio. Trump llena de adjetivos a los migrantes, pero al final deja la responsabilidad de su movimiento al Gobierno mexicano. Mientras este tema sea visto de manera bilateral se pierde de vista, con intención o sin ella, que el fenómeno es multilateral y más con la migración que recorre el país en los últimos años.
No solamente tenemos la migración centroamericana. Ahora se encuentran migrantes de diferentes países del mundo, lo que incluye a África y también como un fenómeno que llama la atención: la presencia de migrantes del sur de nuestro continente.
Para Trump la llamada fue “maravillosa”. Hoy sabremos a detalle si la Presidenta piensa lo mismo o tiene una versión con variantes de la conversación. En la noche, adelantó que la postura de México “no es cerrar fronteras”.
Trump ya es la agenda. La Presidenta lo sabe. Ahora hay que buscar alternativas, empezando por enfrentar la narrativa cotidiana del empresario-presidente.
RESQUICIOS.
Si bien la reforma judicial va porque va, lo que sí urge es que hagan bien las cosas. La elección de los aspirantes ha sido opaca y confusa. Cada vez hay más elementos que evidencian que el proceso acabó en proselitismo, o si se quiere en acarreo.