El día de antier (para Medio Oriente), Israel, Líbano y la milicia Hezbolá aceptaron la propuesta de cese al fuego de sesenta días de los presidentes Biden y Macron poniendo fin, por lo menos por el momento, a más de un año de una sangrienta guerra que ha dejado miles de heridos, cientos de muertos y cientos de miles de desplazados en ambos lados de la frontera.
Desde octubre de 2023 he visitado la frontera entre Israel y Líbano en cinco ocasiones. He sido testigo de la destrucción de poblados enteros y de las víctimas civiles que han perdido sus casas y a seres queridos y han vivido como refugiados en su propio país por más de 400 días. Pensando en ellos y en las víctimas civiles del lado libanés, así como en los millones de israelíes y libaneses que han vivido bajo fuego y sirenas por meses sin pausa, mi primera reacción, sin importar el contenido del acuerdo, es de alivio. Por fin se escuchan en el norte los silbidos de la paz.
Sin embargo, el futuro de este acuerdo es incierto y en el sur, en Gaza, la guerra continúa. El acuerdo entre Israel y Líbano propone lo siguiente: entre la frontera y el rio Litani en Líbano (más o menos 30 km al norte de Israel) no deberá haber presencia militar de Hezbolá, creando así una zona colchón entre los dos enemigos. En lugar de Hezbolá, el ejército libanés, que no fue parte del conflicto armado, junto con cascos azules de la ONU, se hará cargo de la seguridad. Israel se reserva la facultad de atacar militarmente si Hezbolá viola este acuerdo. Todo parece ideal hasta el momento ¿no? El problema resulta que este acuerdo es prácticamente el mismo que se firmó para poner fin a la guerra entre Hezbolá e Israel en 2006. Acuerdo que Hezbolá violó casi de inmediato y que la ONU no pudo o no quiso hacer cumplir. Los cascos azules se convirtieron en un adorno y pronto Hezbolá instaló sus misiles en medio de poblados a pocos metros de la frontera. ¿Qué será distinto esta vez? Estados Unidos y Francia no pondrán tropas y cualquier violación de Hezbolá podría desencadenar una respuesta de Israel, recomenzando el conflicto.
Más aún, mientras la guerra en Gaza no termine, Medio Oriente sigue siendo una caja de pólvora. Hezbolá está más débil que nunca. El hecho de que haya aceptado un cese al fuego con Israel sin conseguir el fin de la guerra en Gaza (que supuestamente fue el motivo por el que comenzaron a bombardear a Israel) habla de lo desesperados que están. Sin embargo, la organización no tiene planes de desaparecer e Irán sigue estando dispuesto a financiarla.
Si Israel pudo firmar un acuerdo con Hezbolá y confiar en sus propios medios para hacerlo cumplir en un futuro, ¿por qué no puede hacer lo mismo con Hamas, una organización mucho más débil, y rescatar a sus 101 rehenes? La respuesta no está en sus habilidades militares, sino en la voluntad política de su líder, quien prefiere continuar la guerra para no poner en peligro su permanencia en el poder.