JUSTA MEDIANÍA

Suma de caudales y corazones

David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
David E. León Romero *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Los especialistas nos recuerdan que el agua tiene memoria y vuelve a su sitio de cuando en cuando. Esto ha pasado en Valencia, España, donde las inundaciones han sido parte de su historia.

Las grandes ciudades se han fundado donde existe disponibilidad del recurso de mayor valor: el agua. Algunas sufren recurrentemente por los efectos del agua, otras han realizado las obras de prevención que les permitan mitigar el riesgo. La ciudad de Valencia fue fundada por los romanos en un sitio sin igual, a la orilla del mar y en el margen de un gran río.

El río Turia, que solía partir en dos la ciudad de Valencia, provocó diversas inundaciones desde que se tiene registro. El Turia desemboca en el Mediterráneo y fue en 1957 que provocó la mayor tragedia registrada inundando la ciudad y quitando la vida a 81 personas reconocidas oficialmente.

Fue el Plan Sur la medida gubernamental que se realizó como consecuencia de aquella inundación, que, entre sus acciones principales, desvió el Turia dejando su cauce original seco, mismo que hoy representa un enorme y extraordinario espacio público.

Es de todos conocida la tragedia registrada en días pasados en algunas comunidades de Valencia a causa de la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), que provocó lluvias importantes en la región. Fue la suma de caudales lo que provocó la riada; término utilizado por los españoles para referirse a la inundación producida por el desbordamiento de los ríos.

Fueron el desvío del río Turia y la presa de Forata, construida sobre el cauce del río Magro, las dos obras que permitieron que la tragedia no fuera mayor. El desvío evitó la inundación de la ciudad, mientras la presa contuvo los escurrimientos hasta llegar a su límite máximo, para posteriormente comenzar su desfogue previo aviso.

Frente al riesgo, las obras de prevención o la reubicación. En este caso, dos obras de prevención evitaron una catástrofe mayor a la registrada en 1957, pero que aun así ha provocado dolor y muerte.

Sencillo es en estos días recoger la indignación de los valencianos; los sentimientos se encuentran a flor de piel y dividen sus menciones entre el enojo, la tristeza y la desesperación. Muchos hablan de un doble error: el alertamiento deficiente y la respuesta timorata. Éstos son dos procesos clave en la gestión del riesgo y las emergencias y desastres. El alertamiento puntual permite a la población tomar decisiones oportunas para ponerse a salvo y —en la medida de lo posible— resguardar sus pertenencias más preciadas. La respuesta eficiente permite una recuperación más veloz.

Ayer, en una región donde la herida se encuentra todavía abierta, una suma ya no de caudales, sino de corazones, recorrió las calles de Valencia para llevar a cabo su emblemática maratón. En ella se dieron cita 35 mil personas y sus acompañantes, para hacer deporte y ayudar, a través de su derrama económica, a una comunidad que intenta recuperarse lo más rápido posible.

Apostemos a la prevención, que salvará vidas y, además, ahorrará recursos.

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