Hace seis años inicié mi espacio de opiniones con una comparación entre la relación México-Estados Unidos y el modelo de “Halcón-Paloma” de Teoría de Juegos, indicando cómo debería llevar AMLO su relación con Trump. Sheinbaum quiso salirse de ese esquema al lanzar mensajes contradictorios con la carta, la llamada y las declaraciones hacia quien será su contraparte más importante. El problema es que el halcón viene con más fuerza que antes y la paloma es aún más vulnerable. Las consecuencias de intentar pelear al halcón pueden traer repercusiones desastrosas para el comercio, la migración y la seguridad en México. La cooperación y, sobre todo, la consistencia deben ser la estrategia.
AMLO entendió bien el rol. El presidente que no cedía ante nadie modificó la política migratoria, de ofrecer visas humanitarias a enviar a la Guardia Nacional a la frontera sur, ante una amenaza de imponer aranceles. El presidente que prometió no realizar viajes al exterior se subió a un avión comercial en julio de 2020, sometiéndose a pruebas COVID y a portar un cubrebocas (a lo que se oponía rotundamente) para encontrarse con Trump. De las 4 giras que realizó al extranjero, 3 fueron a EE.UU. La paloma entendió que, al menos con ese halcón, la estrategia óptima era ceder ante los ataques para obtener mejores resultados, y fue constante en su sexenio.
Su sucesora ha continuado en la misma línea discursiva y política que AMLO. No obstante, inició la relación con Trump con el pie izquierdo. Cayó en el juego de Trump y reaccionó como él esperaba. Optó por amenazar de regreso con aranceles, enviar una carta agresiva que sólo incrementó la tensión y caer en las provocaciones tras las declaraciones posteriores a la llamada. No era necesario. Los aranceles, las deportaciones y otras amenazas traerían repercusiones graves incluso para muchos de los grupos de interés de Trump. El fanfarroneo no se responde con alardeo, porque las consecuencias responden a las palabras, aunque estén vacías.
Indudablemente, muchas de las amenazas y promesas de Trump se diluirán cuando su equipo, el Congreso, las empresas y los grupos de interés le muestren la inviabilidad. Sin embargo, hay que recordar que no es el mismo Trump, sino que ha redoblado su narrativa y quiere legitimar su victoria cortando cabezas, y México es blanco fácil. Las acciones que encause en torno a la lucha contra el fentanilo, la renegociación del T-MEC, las deportaciones masivas que ha prometido, la guerra comercial con China y la “invasión suave” a México, nos impactarán de manera negativa. Sheinbaum debe amortiguar dicho golpe, no contraatacar.
La llamada que sostuvieron Sheinbaum y Trump, en donde se trataron los temas que Trump quiso – y no los aranceles, que era el tema primordial para México – y las declaraciones posteriores donde Trump aseguró que su contraparte prometió cerrar la frontera, demuestran que el halcón sigue en el mismo juego. Sheinbaum no la tiene fácil ante un Trump corregido y aumentado, además de ser un hombre sumamente misógino, pero se complicará la existencia si no entiende las reglas del juego y, sobre todo, si no comprende que quien pierde en este juego no es ella, somos todos.