El ministro de Cultura de España, Ernest Urtasun, se reunió con la secretaria de Cultura de México, Claudia Curiel de Icaza, antes de viajar a Guadalajara para asistir a la Feria Internacional del Libro de esa ciudad, fundada y dirigida durante cuatro décadas por Raúl Padilla, quien falleció el año pasado.
En sus intervenciones, Urtasun, así como el Rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, trasmitieron mensajes esperanzadores sobre el relanzamiento de las relaciones con España, país invitado a esta edición de la FIL, cuyo lema “camino de ida y vuelta”, fue propuesto por el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, Premio Cervantes y curador del programa.
Se respira optimismo en estos días, en Guadalajara, en relación con el futuro inmediato de los vínculos con España. Los funcionarios, editores y escritores de la península también trasmiten esa impresión, aunque sus pares del lado mexicano prefieren manejar con más prudencia las expectativas.
Lavalle y los caminos de la vida
Por lo pronto, durante esta FIL no ha habido ataques desde la conferencia matutina de la Presidenta Claudia Sheinbaum. El año pasado, el Presidente López Obrador definió a la más importante feria del libro de habla hispana en el mundo como un “cónclave de la derecha”, a pesar de que la presencia de escritores afines a la 4T no ha sido menor en los últimos años.
El vínculo cultural con España siempre ha sido central para la vida intelectual y académica de México y, especialmente, para la industria editorial mexicana. A partir de los años 90, con las nuevas fusiones de las grandes firmas editoriales españolas, buena parte de la producción literaria mexicana y latinoamericana ha transitado por ese “camino de ida y vuelta”, de que habla Sergio Ramírez.
La “pausa” interpuesta por el expresidente López Obrador a las relaciones con España, a partir de la falta de respuesta oficial del Estado español a la demanda de disculpas por la conquista, desalentó la colaboración cultural y académica, pero no logró cortarla. Las desventajas de que esos vínculos se produzcan en medio de una fricción discursiva entre los gobiernos son evidentes.
En el sexenio pasado, esas fricciones se extendieron también a los foros iberoamericanos, por los que el gobierno de López Obrador mostró el mayor desinterés de la historia reciente de México. AMLO fue el primer presidente de México que no asistió a ninguna cumbre iberoamericana durante su sexenio.
En estos días, en Guadalajara, se ha hablado sobre la posición histórica de México en Iberoamérica. Hemos escuchado palabras bien escogidas y mejor dichas por Rosa Montero, Irene Vallejo, Fernando Aramburu, Luis García Montero o Sergio del Molino. Pocas, sin embargo, con la elocuencia de las de Mia Couto, escritor mozambiqueño de habla portuguesa, Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, quien dijo, tras citar a José Emilio Pacheco, que al llegar a México sintió que pudo haber nacido aquí.