Guadalajara.- Por más obvio que sea hay que poner de nuevo al PRI en la mesa para entender que nunca más será lo que fue.
El tricolor camina por los terrenos de la anécdota. Si bien Morena ha asumido algunos de los roles que durante mucho tiempo llevó a cabo el partidazo, es claro que se va poco a poco diluyendo y no tiene a la vista forma alguna de poder ser un actor influyente en la vida del país, de no ser por los remanentes que tiene en algunas comunidades.
Si en otro tiempo no había lugar alguno en México en que no estuviera una pinta del PRI en todas las bardas del país, por cierto, junto a las de Coca-Cola, hoy el tricolor está rebasado por donde se le vea. Nos decía hace muchos años el muy destacado y entrañable especialista en comunicación social Armand Mattelart, que le sorprendía que por todas las carreteras del país en donde se encontrara una pequeña población había un letrero del PRI.
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Hoy, como sabemos, no solamente hay pintas no sólo de Coca-Cola, también las hay de otras empresas y como en otro tiempo había propaganda del PRI, hoy todo esto ha sido reemplazado por pintas alusivas a Morena.
El partido oficial tiene muchas variantes en comparación a lo que fue el PRI, pero es claro que ha repetido muchas de sus formas que particularmente se han visto en los últimos meses en el Congreso, donde se ha echado a andar la maquinaria de manera abrumadora para aprobar reformas, las cuales tarde que temprano tendrán secuelas en la vida cotidiana de los ciudadanos.
Morena ha reciclado al PRI tomando en algunas áreas su propio camino. La forma en que están actuando los coordinadores parlamentarios del oficialismo es una manifestación de ello. No es menor lo que ha pasado entre los senadores Adán Augusto López y Javier Corral.
El expanista votó en contra en dos reformas estratégicas para el oficialismo, lo que ha provocado una serie de críticas en su contra de toda índole, le han llamado “malagradecido”, aunque luego lo nieguen, a lo que se sumó “le ayudamos cuando lo iban a detener”.
Lo que está detrás de esto es que para Morena y sus aliados es fundamental la lealtad, sin importar qué piensa cada uno de los militantes o simpatizantes del partido, es una razón de ser; presumimos que Corral tendría que saber esto y mucho más de lo que significa integrarse a la mayoría que en el pasado sexenio ya había dado pruebas de sus formas.
Ya veremos a futuro cómo resuelve el oficialismo sus innumerables cuitas. Por ahora, no pareciera haber de fondo signos en que los militantes inconformes o que no están de acuerdo con algunas decisiones vayan a hacerse valer para manifestar lo que piensan, es el tiempo de apoyar las reformas sin importar si se está de acuerdo o en contra de ellas.
Más allá de las huellas que va dejando el PRI por doquier, el tricolor puede estar en el preámbulo de desaparecer. Su actual dirigencia no ha encontrado forma alguna de cuestionar a un partido, que todavía tenía hace poco tiempo la posibilidad de abrir un espacio y en algún sentido buscar la manera de reinventarse.
No lo hicieron, porque siguen sin entender que la sociedad ha cambiado, que el partido es una muy mala marca, y que ha ido perdiendo militantes de grandes capacidades y, sobre todo, con una imagen de respetabilidad que le daba en algún sentido aire al partido.
Morena tiene que seguir buscando la manera de no ser un mal remedo del PRI, por más que les moleste que se los digan, a menudo parecen ser una versión corregida y aumentada del tricolor.
Pareciera que el PRI tendrá que ir esperando su final. No se ve que tenga una salida que le permita reinventarse o refundarse. Empieza a parecer una anécdota histórica del país.
RESQUICIOS.
La FIL es una fiesta de los libros y el debate. La gente asiste con ánimos de aprender y de acercarse al conocimiento. No deja de sorprender que, de nuevo en la Expo Guadalajara, sede de la FIL, por momentos resulte imposible caminar; es una fiesta de la cual le hablaremos.