Contar la historia de Cruz Azul podría tener variantes y tonos de todo tipo. Desde una visión del Universo Marvel con el Kalimán Guzmán y el Superman Marín, glorias del equipo y piezas clave en los años dorados en donde el Azul dominaba la liga mexicana de futbol. También puede tener pasajes de gánsteres y detectives con los múltiples problemas de escritorio que existen en la Cooperativa de Cruz Azul y que provocó la “fuga” de Billy Álvarez, señalado por muchos como el principal culpable de la racha más oscura del club sin conseguir un título de liga.
Desgraciadamente para sus aficionados, hay un lado de la historia que desearían no existiera y que muchos pensaron que con el campeonato obtenido en 2021 sería un nuevo amanecer. Pero para la mala suerte del pueblo cruzazulino, las historias al más puro estilo de La Rosa de Guadalupe o El minuto que cambió mi vida son las que en los últimos tiempos más se han adherido a las páginas de los libros que tiene este histórico del futbol nacional. Lo sucedido ante América el pasado domingo, entra perfectamente en el top cinco como uno de esos capítulos más dramáticos y que el aficionado, para bien o para mal, no podrá olvidar, aunque sí superar.
Porque muy cruel es el deporte a veces, y Cruz Azul había logrado superar el peor partido del torneo y me atrevo a decir que en la era Anselmi, porque hasta el minuto 65, los cementeros no habían hecho nada más que ser los protagonistas de su propia debacle. Entonces vino el descuento con el gol de Rivero y la conexión se encendió, y a pesar de nuevamente cometer un error grave en la defensa con aquel gol en tiro de esquina de Ramón Juárez que nuevamente parecía darle al América el pase a la final sin necesidad de sufrir, el equipo logró lo que nunca había hecho: vencer sus propios fantasmas, darse cuenta que lo imposible no existe.
Se mete en la fila, pero lo graban
Porque antes, en momentos como en aquella remontada de los Pumas, cuando el Cruz Azul tenía cuatro goles de ventaja y los universitarios los golearon en CU, no existió capacidad de reacción. Y como en aquella final ante América, la histórica derrota en el Azteca en donde después de tener el título en la bolsa, lo desecharon por no tener el temple y el carácter de enfrentar el fracaso. Cosa muy distinta fue esta semifinal, el Cruz Azul por minutos se transformó en el club gigante y sin complejos, logró el 2-3 con el empuje de su afición y después, en el minuto 86 apareció un canterano, de los que nacen con los colores y los sienten como nadie, y con ese golazo, el mejor de la temporada hasta hoy, logró la locura absoluta de toda la afición del Cruz Azul.
Ese festejo, el de Amaury con los aficionados celestes, me recordó al del Barcelona cuando remontó al PSG en Champions League con gol de último segundo de otro canterano, Sergi Roberto, marcando el 6-1 en el Nou Camp gestando una de las grandes hazañas del club. Ese minuto 87 será uno de los más emocionantes de la historia del club, para quienes estuvieron en el Estadio Azul, para los que abrazaron al chico de 19 años que le daba el pase a la final con empuje y carácter de los futbolistas del Cruz Azul que demostraron carácter y amor propio para levantarse ante un rival que casi nunca lo permite. Ahí, en ese minuto la historia se reescribió, pero lamentablemente para el Cruz Azul, el futbol dura 90 minutos.