Es probable que Alicia Bárcena sea una de las funcionarias más preparadas del actual gobierno. Tiene una amplia experiencia que pulió a lo largo de los años en la CEPAL.
Todo indicaba que podía transitar por el complejo tablero de la 4T sin problemas mayores, pero ya no resultó así.
El error o desfachatez de un ahora excolaborador, Martín Borrego Llorente, quien fungió como jefe de su oficina mientras Bárcena conducía la política exterior la puso en un callejón sin salida.
Murat y la 4T, el mundo al revés
Borrego Llorente tuvo la ocurrencia de organizar un brindis, con motivo de su boda en el Museo Nacional de Arte. Solicitó el apoyo desde su correo institucional de la SRE y no pudieron negárselo.
El problema es que simularon, o compartieron, la utilización de los salones de lo que alguna vez fue la Secretaría de Comunicaciones, con un evento de la embajada de Rumanía, donde el otro agasajado, Inout Valcu, es alto funcionario consular.
Bárcena está chapoteando en las arenas movedizas de la doble moral con la que conducen las cosas en las altas esferas del poder, donde una fiesta o celebración, si es vistosa, puede significar la defenestración pública.
Es una vara extraña, porque otras situaciones, esas sí apremiantes, como la corrupción o la colusión con el crimen organizado, son pasadas por alto si así conviene al proyecto.
Bárcena seguramente es objetivo del fuego amigo, de quienes ven en la Secretaría de Medio Ambiente una corona por alcanzar y que la consideran en manos de una advenediza.
Pero la secretaria es también presa de sus propios errores, el más grave de ellos, el tratar de deslindarse del conocimiento de lo que ocurrió en el MUNAL, pero estuvo ahí.
Los manuales más elementales sobre la atención a las crisis señalan que lo primero que hay que hacer, si no impera el cinismo, es conducirse con veracidad, porque todo terminará saliendo a la luz.
Otra falta de cálculo es que se dio cuenta tarde de las dimensiones de lo que podría parecer un asunto banal, pero que no lo era en ningún sentido, y ello se puede constatar en la suerte que han corrido muchos de los contrayentes de matrimonio que son parte de la estructura de poder actual. Más de uno quedó tocado por el enorme pecado de organizar una fiesta.
Bárcena puede sobrevivir al escándalo, pero ya quedó tocada y eso lo van a utilizar sus detractores. Se confió como solo suelen hacerlo los que llevan años en el ejercicio público, olvidando que nunca hay que perder de vista a los cercanos, porque están siempre ahí los riesgos de los derrumbes más insólitos.
Es una lástima, por supuesto, porque nadie puede negar que se requiere de liderazgo en el tema del Medio Ambiente, donde los daños del último lustro son evidentes y necesitan de una puntual revisión, al menos para no seguir profundizándolos.