El lenguaje tiñe la realidad. Qué advertimos: ¿un escenario lingüístico o un contexto de atributos diezmados por el tiempo? “El mundo es una mancha en el espejo. / [...] / El mundo es una mancha sobre el mar del espejo, / una espiga de cristal arrugado y silencioso, / una aguja basáltica atorada en los ojos de la niña desnuda”, afirma David Huerta. Estamos rodeados de tretas, de simulacros que el lenguaje baña con sus certezas y máculas. En el azar respiro y un albor salpicado de rumores me avisa del breve momento de eterna configuración en el cuajo sereno de mis pretensiones.
Dos libros me liban los ojos: Archivo Dickinson (Vaso Roto, 2018), de María Negroni; y Simbología de la forma (Artes de México, 2021), de Rafael Doníz. “La mujer sucumbió sin dejar rastros o el jardín se esfumó con las fauces abiertas”, dice Negroni de un sueño que tuvo con Emily Dickinson. “Como fotógrafo no puedo verlo todo, sólo escojo, encuadro y disparo, con lo cual intento articular mi propio lenguaje. / ¿Cómo asir la realidad que vivo?... / ¿La realidad de la realidad?... mejor la invento”, suscribe Rafael Doníz. Roland Barthes ha dicho: “la fotografía es inclasificable por el hecho de que no hay razón para marcar una de sus circunstancias en concreto”.
Negroni me pone frente al espejo de la nieve de Amherst: “Oh cielo, dame noticias altas: un racimo de yeguas blancas, un dios que se impacienta de ser dios, alguna música grabada en mi cuerpo”; Doníz me encamina por reminiscencia, fecundación, silencio, epifanía, prodigios marítimos, nacimiento de estrellas y armonía microcósmica: “la fotografía lleva siempre su referente consigo, estando marcado por una inmovilidad amorosa” (Barthes).
Murat y la 4T, el mundo al revés
Emily avanzando por “un jardín de escarchas”: silencio níveo que se arremolina con el rastro gris de la ceniza que cata la orfandad. La libélula atrapada en el tiempo marca el hechizo del rizado tronco de sinuosas curvas; mientras, la cigarra transita en la espesura de la “luz empapada de ruidos” (David Huerta). La fotografía es “el advenimiento de yo mismo como otro: una disociación ladina de la conciencia de identidad” (Barthes).
Hay una avidez móvil: alucinado silbo que engendra melodía en la herida. ¿La delectación se empalma con el gozo?: “Poseer es imposible. Ése es el premio” (Negroni). Emily jugaba cada noche un ajedrez de alfiles crueles, de caballos bañados de resplandores infalibles. Soy “una mujer que juega sola, una mujer que juega sola y sabe”. Emily conjugaba los verbos y todas las formas se erguían en busca de la altura del mundo.
Doníz trenza lo efímero con lo frágil: un allegro se encaja en el fulgor de la irradiación y una armonia de gestos nocturnales arroba en el mar de los sueños. “El fotógrafo debe luchar tremendamente para que la fotografía no sea la muerte (Barthes). “Ábreme dulcemente. Todo debe cantar. La noche encontró su reina” (Negroni). Emily sabe que la “sombra que se esconde en la verdad está torcida”. Hay un polvo que recorre los archipiélagos y ensombrece la cadencia de la sonata esparcida en los intersticios de las pausas. Doníz, Emily y Negroni enroscados allí donde “Llega el azar y precipita, transforma: todo es eso y a la vez otra cosa” (Alberto Ruy Sánchez).
Archivo Dickinson
- Autora: María Negroni
- Género: Poesía
- Editorial: Vaso Roto
Simbología de la forma
- Autor: Rafael Doníz
- Género: Fotografía
- Editorial: Artes de México