Ricardo Monreal y Adán Augusto López son los dos generales de la presidenta Claudia Sheinbaum. Se disciplinaron y cumplieron con la orden de sacar las reformas que servirán de plataforma para la construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación… pero —me dicen— un añejo pleito entre ambos nunca se olvidó.
El tema del recorte de 123 millones de pesos al Senado, en donde Adán Augusto busca tener el control absoluto, y las denuncias públicas de este por la firma de dos contratos durante el liderazgo de Monreal en la Cámara Alta durante el sexenio pasado es sólo el reflejo de un ruptura que provocó Andrés Manuel López Obrador.
Monreal fue uno de los hombres más cercanos a AMLO: en 2006 —cuando Calderón se quedó con la Presidencia— fue su principal operador; en 2012 logró allanar el camino para que AMLO creara Morena y en 2018 fue tan eficaz que la disciplina para no ir por la CDMX le fue premiada con el liderazgo de Morena en el Senado.
Volverán los parques eólicos
Monreal era el hombre de López Obrador, su principal operador no sólo en el Congreso de la Unión sino con la mayoría de los gobernadores —entre ellos Adán Augusto—, incluso tenía derecho de picaporte en Palacio Nacional y desayunaba frecuentemente con el Presidente.
Pero Monreal —que se sabía poderoso— en su estrategia en busca de la candidatura presidencial de 2024, se convirtió en crítico del entonces Presidente y sus decisiones, al grado de que el mandatario rompió con él, congeló su relación y le puso como interlocutor con el Ejecutivo a Adán Augusto.
La relación entre ambos nunca fue buena, pasaba más por la disciplina de responder a su líder. Cada uno, por su propia cuenta, buscó la candidatura presidencial y ambos fracasaron ante la candidatura de la ahora presidenta Claudia Sheinbaum, pero —valiosos y astutos como son— negociaron y se convirtieron en sus líderes legislativos.
Monreal fue a liderar la mega bancada de la 4T en San Lázaro y Adán Augusto ocupó el lugar del zacatecano en el Senado y operaron con puño de hierro para sacar las reformas que necesitaban en Palacio Nacional, incluso amedrentando o chantajeando a sus adversarios, como es el caso de Miguel Ángel Yunes.
Pero una vez concluido ese proceso llegó el choque de dos de los políticos más poderosos del país: uno (Monreal) con oficio en la negociación política y otro (Adán Augusto) que opera el ejercicio del poder con dureza y sin miramientos contra aliados y adversarios.
Este pleito, me dicen en diversos sectores de Morena, sólo beneficia al grupo de la Presidenta de la República —en el que se quiere colar el actual presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, coqueteándole políticamente a Adán Augusto y señalando a Monreal— pues se abre la puerta para ocupar ambos liderazgos.
Sólo hay que mirar un poco al pasado. El desmoronamiento del PRD —de donde proviene la mayoría de los liderazgos del Morena— inicio en disputas intestinas de sus tribus, en la lealtad “a ciegas” a sus caciques regionales o nacionales y en la ambición por el poder. El pleito seguirá pese a la reunión de ayer con la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodriguez… al tiempo
RADAR
ÚLTIMA MILLA EN VERACRUZ. Desde tierras veracruzanas nos comentan que bien vale la pena echar un ojo al programa “Camionetitas de la Salud”, que echó a andar la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, para lograr abastecer con medicamentos, de manera permanente, las más de 800 unidades médicas —entre centros de salud, clínicas y hospitales— que hay en el estado.
Este programa, diseñado por el equipo de Nahle —operado desde la Secretaría de Salud de Veracruz, que encabeza el prestigiado cirujano Valentín Herrera Alarcón— es pionero en el país y garantizara que en la entidad nadie que lo necesite se quede sin tratamiento. También hay buenas noticias en el país.