La narrativa en lo general les ha dado resultado. Sin embargo, no les da necesariamente para resolver todos los problemas no solamente en el aquí y ahora, sino pensando en el futuro.
Se nos han presentado una serie de escenarios que no están respondiendo a lo que realmente está pasando. Si bien en lo político es muy claro que todos los esquemas puestos en marcha les han dado resultado, sobre todo teniendo la abrumadora mayoría, en lo que corresponde a proyectos sociales, las llamadas obras emblemáticas, las paraestatales y el tema que peligrosamente nos va atrapando día con día, que es la deuda, no pueden resolverse sólo con una narrativa, aunque a través de ella se busque hacer ver que las cosas caminan de manera óptima.
La forma en que nos están mostrando cómo va el país no es sinónimo de que sea como nos dicen que es. No todo se resuelve bajo la numeralia de los votos. La democracia no es sólo ganar con votos, sino es una forma de gobierno que lo que busca, entre otras cosas, es la integración de la sociedad; es lo que se llama la gobernabilidad.
Estos años nos la hemos pasado en los intentos de construcción de un nuevo régimen. En buena medida se ha ido logrando. Se han dedicado a minar muchas de las instituciones que se construyeron a lo largo de muchas décadas con el objetivo de tener una sociedad transparente, con derechos y obligaciones, plural y libre.
La narrativa oficial está llevando a que mucho de lo que está pasando en medio y abiertas contradicciones termine por ser la verdad. Es la verdad de una clase que gobierna, pero no necesariamente es la verdad cotidiana de todo el país.
El gran reto para el Gobierno es aparejar su narrativa con buena parte de la terca realidad que nos rodea, la cual no se encuentra de la mano de lo que piden millones de ciudadanos. No se puede soslayar que ha habido cambios significativos en los últimos años, se ha reducido ciertamente la pobreza, aunque ha crecido la pobreza extrema. Los programas como Jóvenes sembrando el futuro se pueden convertir en un barril sin fondo, porque si algo tenemos que hacer es además de otorgarles una beca a miles y miles de jóvenes, crearles empleo que eso es uno de los asuntos hoy por hoy más importantes para los millones de jóvenes del país.
Los pronósticos económicos para el año por venir son profundamente inquietantes. La deuda ha crecido de manera considerable, Pemex sigue siendo un problema y una solución al mismo tiempo, y ahora traemos una bronca que ha generado una confrontación interna en Morena por los dineros en el Congreso, pero quizá, sobre todo, por la reforma discrecional al Infonavit.
La nueva gran variable que requiere de algo más que una narrativa efectivista se llama Donald Trump. No se puede, como hemos venido insistiendo, partir de que las amenazas del futuro presidente de EU son sólo eso, amenazas. Es cierto que tiene un discurso provocador y ofensivo, pero particularmente con el tema de los migrantes el Gobierno está obligado a resolver, desde ya, las formas de entendimiento que se deberán tener con el empresario-presidente.
No hay manera por ahora de tener claridad de qué puede acabar pasando con todas las amenazas en contra de los migrantes. Hay indicios de lo que puede pasar, pero es inevitable esperar hasta el 20 de enero para ver qué es lo que al final se le termina ocurriendo.
Volvamos a la narrativa nacional. No se puede pasar por alto que, a pesar de los triunfos abrumadores, existen muchos temas que están en la cotidianidad confrontándose con la narrativa oficial. No hay duda, estamos ante un nuevo régimen. No hay duda que nuestra democracia actual, a pesar de sus limitaciones, está cambiando. No hay duda que la siguiente parada será el INE.
Por todo ello, es muy importante entender que estamos bajo nuevos tiempos, pero también es muy importante para el análisis de las cosas, entender su proceso de transformación.
Que tenga Morena la mayoría no significa que su narrativa y la narrativa oficial tengan la razón. El 2025 va a ser muy vertiginoso, porque ya tendremos las secuelas de la gobernabilidad.
RESQUICIOS.
La voluntad de Omar García Harfuch no está siendo suficiente para atemperar la violencia en Culiacán. El asesinato de un agente cercano a él muestra cómo están carcomidas las instituciones de seguridad en el estado.