MARCAJE PERSONAL

La censura en la CNDH

Julián Andrade
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Julián Andrade *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

En la CNDH tomaron la decisión de borrar la historia. Censuraron la información de dos mil recomendaciones, las que abarcan el periodo de 1990 a 2015, haciéndolas ilegibles.

Es una violación sin matices al derecho a la verdad y al acceso a la información.

Los pretextos para realizar semejante barbaridad se sustentan, es un decir, en el derecho de las víctimas, cuando en realidad se les afecta.

Es absurdo, porque la fuerza de las instituciones del ombudsperson radica justamente en la publicidad de los asuntos, en darles visibilidad, en evitar que se repitan.

Es de tal dimensión el despropósito, que cualquier investigador estaría impedido de realizar un trabajo serio, ya que tendría que adivinar entre las múltiples tachaduras que pululan en cada documento.

¿Protegen a alguien? ¿No quieren que se conozcan las violaciones a los derechos en lo que se considera el periodo neoliberal?

Todo es más básico, más silvestre.

Es una venganza, que de paso propicia que no se pueda contrastar el trabajo que se hizo en el pasado, con el desastre del presente.

Hace poco más un año, en una de esas instrucciones que no tiene pies ni cabeza, los cercanos a Piedra Ibarra tuvieron una idea que los describe de cuerpo entero: descolgaron un retrato al óleo de Jorge Carpizo que se resguardaba en la Sala del Consejo.

Lo habrían destruido, pero fue rescatado, ya que estaba ahí por un comodato, y ahora se puede observar en la biblioteca del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, que lleva, por cierto, el nombre del fundador de la CNDH.

Lo que ocurrió con las recomendaciones también tendrá remedio, porque el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, ordenó que todas ellas se publiquen íntegras y sin censura alguna.

Esto se logró porque, Elvira Espinosa, esposa de uno de los mineros atrapados en la mina Pasta de Conchos, presentó la queja auxiliada por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro y vencieron en el litigio respectivo.

Pero, además, una parte sustancial del acervo de las recomendaciones se encuentra en diversas bibliotecas, porque de modo sistemático se publicaban en su gaceta.

Es decir, aun si incumplen con la orden del tribunal, hay modo de que la censura no sea definitiva, aunque sí prevalecerán los obstáculos para historiadores, periodistas, activistas e interesados en la historia de los Derechos Humanos en nuestro país.

Es toda una paradoja que víctimas y organizaciones no gubernamentales tengan que estar quejándose de la CNDH.

Algo es seguro, cada día que pasa se profundiza el error cometido en el Senado al designar en una posición tan relevante, como lo es la de presidir la CNDH, a quien no cumple con los requisitos e inclusive tuvo las peores evaluaciones.

Ante tantos problemas parecería una minucia, pero no lo es, ya que esboza los síntomas de que algo está roto y tendrá consecuencias.

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