Esta semana todo México se enteró de la existencia de un tal Hotel Safi, en Monterrey, Nuevo León, porque su personal le negó el acceso a un perro guía con su dueña invidente.
Sarahí Cruz Nava subió a redes sociales —en tiempo real- su queja por discriminación y se hizo viral en minutos. El escándalo fue tal, que incluso el gobernador Samuel García de inmediato se avocó a localizar a la joven.
Hasta la Profeco, con una eficacia inusual, hizo acto de presencia en el lugar y horas después dicho hotel ya circulaba un comunicado para disculparse y aclarar que finalmente dieron el acceso a la joven con su perro de apoyo, pero el daño estaba hecho.
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Y es que impedir el ingreso de estos animales a cualquier establecimiento, es una violación a la ley, pero eso es algo que en realidad pocos saben.
“Se los conoce como un binomio. Son una sola unidad la persona y el perro, donde el perro no tiene que ver su naturaleza como animal, sino sus capacidades fisiológicas, la comunicación con el ser humano, la capacidad de formar un lazo con un ser humano en particular y utilizar sus habilidades para suplantar o ayudar a complementar a la otra persona”, señala Francisco Colmenares, director de Best Friends y especialista en vínculo humano animal.
“Impedirle el acceso, es como si le pidieras una persona con una pierna prostética, que se quite la pierna porque no está permitido en este lugar que entren piezas mecánicas. Un perro guía forma parte de la persona”, explica el especialista.
“Un perro guía nos da autonomía, nos apoya también para incluirnos en la vida productiva de nuestro país”, dice María Concepción Hernández Gaytán, maestra en administración pública por la UNAM y usuaria de perro guía.
Ella, quien además es activista y fundadora de la Agrupación para los Derechos de los Usuarios de Perros de Asistencia en México, subraya el profundo desconocimiento que hay en nuestro país al respecto de los perros guía.
La Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad —máximo instrumento jurídico en materia de discapacidad ratificado por México en 2007— señala en su artículo 9, que las personas con discapacidad y usuarias de perros de asistencia tienen derecho a acceder libremente a los espacios públicos y privados.
La Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y Ley Federal de Protección a los Derechos del Consumidor también protegen los derechos de libre acceso y tránsito a las personas usuarias de perros guía.
Y es que existen distintos tipos de perros para ayudar en diferentes discapacidades de los humanos: personas con debilidad visual o ciegas; perro escucha, que ayuda a las personas sordas; perro de apoyo para personas con síndrome de estrés postraumático; perro de alerta médica, que llevan los medicamentos; perro de apoyo a niños con autismo, para calmar su ansiedad; o perros que alertan cuando un paciente va a sufrir un infarto o una convulsión en un ataque epiléptico, explica Claudia Edwards, MVZ de la UNAM y presidenta de la Sociedad Mexicana de Etología y Bienestar Animal.
María ha tenido 5 perros guía desde 1998 y cada uno le ha sido donado, pero se trata de canes que por sus habilidades y entrenamiento llegan a valer alrededor de 30 mil dólares.
Su proceso de entrenamiento comienza desde su selección cuando son cachorros, por sus rasgos de habilidad y luego pasan unos cinco meses con un entrenador especializado.
El momento de formar al binomio también es minucioso y dura varias semanas, “cada perro te lo asignan de acuerdo a tu tamaño, peso y personalidad. El entrenador te observa muchísimo y ve qué perro de los que él ha entrenado puede adaptarse a tu carácter, tu forma de caminar, si vas rápido o más despacio, si eres una persona introvertida o extrovertida”, explica María.
Por eso, la inclusión y la no discriminación de un perro guía, va más allá de las medidas de seguridad o higiene de un establecimiento, porque se trata de una oportunidad de vida independiente para el individuo que les acompaña.
Es muy importante saber reconocer estos binomios, cuando el perro lleva un arnés, tiene un chip, un collar y la correa que identifica la escuela que los entrenó.
No son una mascota. No se les habla, no se les toca, no se les alimenta. Son parte de la persona que acompañan y como tal deben de respetarse, con los accesos y los mismos derechos. Porque un perro guía, más que una compañía es un derecho.
Qué suerte que la voz de Sarahí haya conseguido, aunque sea por un día, que México entero haya estado hablando de ellos…