Hace más de 4 años, el presidente de Estados Unidos gobernaba a punta de publicar 17 tuits diarios en promedio en la red social antes conocida como Twitter. Hoy, Elon Musk —el hombre más rico del planeta y dueño de esa red social, ahora llamada X— es capaz de poner de cabeza al Congreso estadounidense y detener una legislación que le incomoda a él y a su nuevo jefe con el mismo mecanismo: un tuit.
El gobierno de Joe Biden estuvo a punto de tener que bajar la cortina temporalmente, en lo que se conoce como un “cierre del gobierno”, debido a que un acuerdo legislativo para redefinir los gastos y financiamientos de la administración estadounidense fue puesto en duda por una serie de tuits de Musk que cuestionaban a los legisladores y la naturaleza del acuerdo. Las publicaciones fueron difíciles de descifrar para propios y extraños, pues aún no es claro qué nivel de influencia tiene y tendrá el hombre más rico del planeta sobre el hombre más poderoso del mundo. Se sabe que Musk tendrá una posición oficial como corresponsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental, pero hasta dónde ese puesto le permitirá redefinir la estructura real del gobierno es un misterio. A pesar de ello, para muchos actores lo mejor era actuar con cautela y responder inicialmente de la manera que le hubiera gustado a Musk y a su jefe, Donald Trump.
Eso llevó a que el gobierno de Estados Unidos estuviera, una vez más, en el límite de caer a un abismo que le llevaría a tener que dejar de pagar los salarios y gastos de la mayor parte de los funcionarios públicos, pues en un cierre de gobierno la incapacidad de las fuerzas políticas para ponerse de acuerdo conlleva una suspensión del ejercicio del gasto público en todo lo que no se considere vital hasta que ese desacuerdo se resuelva. Tres proyectos diferentes, y sus respectivas votaciones, fueron necesarias para que el gobierno de Biden pudiera tener un proyecto de gasto y deuda que le permitieran llegar al final de su administración, después de los cuales la decisión se aprobó temporalmente para una nueva renegociación en marzo del siguiente año, ya con las cámaras y el Poder Ejecutivo en manos de Trump.
Al mismo tiempo que el hombre más rico del mundo comienza a ejercitar los músculos de su nueva posición como el mejor amigo, y casi vocero, del siguiente presidente, también los mayores dueños de capitales del mundo han comenzado un desfile en la que ya es la nueva sede del poder estadounidense, Mar-a-Lago, en Miami. Las figuras más ricas de diversas industrias han comenzado una peregrinación masiva hacia los aposentos de Donald Trump para besar la mano de la persona que definirá el destino del gobierno estadounidense los próximos 4 años. Trump, quien ha sido evidenciado por los tribunales por mentir incluso en su propia fortuna para tratar de hacerse pasar por un hombre más adinerado de lo que es, hoy tiene a los capitales más grandes comiendo de su mano y trabajando para él. Si Musk trabaja para Trump o si es al revés es algo que no podremos discernir hasta el paso del tiempo, pero hoy esas dos figuras, poder y dinero, regresarán como nunca al poder en Estados Unidos.