La política estadounidense vive momentos oscuros. La democracia más importante del mundo, que pretendía ser ejemplar en su funcionamiento, no da para más y ha caído en un pozo profundo de extremismo y trivialización.
Por un lado, tenemos una crisis institucional en la que los ciudadanos ya no confían en su gobierno ni en las grandes corporaciones. Pew Research Center muestra que apenas 20% confía en el gobierno mientras que poco más de 25% de la gente se siente cómoda con el tamaño e influencia de las grandes corporaciones. No sólo es una crisis de representación política, sino una alienación total de los grandes agentes de influencia con respecto al electorado.
Este alejamiento encontró eco en el discurso de Trump que se presenta como un hombre antisistema. Sin embargo, ahora las dudas crecen en torno a la independencia que tiene con respecto a empresarios como Elon Musk, que parecen dictar el rumbo de las propuestas y reacciones del próximo presidente de EU. Este fin de semana, sin ir más lejos, Musk derribó un acuerdo bilateral para evitar el paro del gobierno amenazando abiertamente a los republicanos para dinamitar los acuerdos realizados con los demócratas. Al final, el Congreso encontró una nueva propuesta que permitió evitar la parálisis del gobierno, pero el daño está hecho: Musk ha mostrado su músculo e influencia en un gobierno que se percibe débil y amedrentado. El mismo Trump parece que esperó a que su jefe le diera línea antes de reaccionar en redes sociales. Una mala señal para la próxima administración a treinta días de su estreno.
Por otro lado, el circo en torno a Luigi Mangione, quien disparó a quemarropa a un alto ejecutivo de la principal aseguradora médica del país en represalia por sus prácticas inhumanas y avariciosas, es muestra de la descomposición social y política que vive EU. Ciertamente, la gente se siente abandonada por su gobierno y violentada en sus derechos por las grandes corporaciones. El tema de la salud, pública y privada, es alarmante por la precariedad y vulnerabilidad en la que viven los estadounidenses, incluso siendo un país rico. Un estallido de violencia era esperable, pero nunca debería ser festejado como lo está siendo. El apoyo a Mangione es muestra tanto de la profunda grieta en la política que ha olvidado su misión de servicio al ciudadano como de la trivialización de cada acto y persona en una sociedad que vive para y por el espectáculo. ¿Cómo se puede recuperar el sentido digno de la política cuando la ciudadanía ha claudicado también a esa parte de responsabilidad que tiene como vigilante exigente de seriedad y compromiso?
Los políticos se han vendido y los ciudadanos sólo buscan entretenimiento. El panorama no es alentador.