ACORDES INTERNACIONALES

Los antihéroes del 2024

Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Como cada año, dedico mi penúltima columna a señalar a los personajes que, con sus acciones u omisiones, causaron un impacto negativo significativo en el desarrollo de la historia.

En 2024, el grupo terrorista Hamas repite como uno de los mayores antihéroes. Liderados por Yahya Sinwar, sus actos de barbarie y crueldad alcanzaron niveles indescriptibles. Se combinaron irracionalidad, violencia extrema y el uso de tecnología avanzada para amplificar el daño y la crueldad. Además, la retórica de la desinformación y el falseamiento histórico promovido por Hamas ha creado una polarización insalvable. Reflexionar sobre este tema se ha convertido en una garantía de conflicto, confrontación y enemistad. Independientemente del resultado de la guerra, todos perderemos más de lo que podamos ganar.

En segundo lugar, el recientemente derrocado presidente de Siria, Bashar al Assad. Durante su mandato, las armas biológicas y la tortura fueron prácticas cotidianas contra sus propios ciudadanos. Se estima que entre 2011 y 2018, en la cárcel de
Sednaya, conocida como el matadero humano, murieron 30,000 personas: algunas de hambre; otras, por tortura; todas víctimas del poder ensangrentado de Al Assad.

Su régimen se sostuvo como un narcoestado, convirtiéndose en líder de la producción de Captagon, conocida como la “droga de la yihad”. Según el Centro Carnegie de Medio Oriente, esta droga estaba dirigida principalmente a menores de edad, aunque también era consumida por soldados
y terroristas.

En tercer lugar, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. Sus excesos han alcanzado niveles delirantes: hace apenas un mes, reformó la Constitución para nombrar a su esposa como copresidenta del país, consolidando una concentración de poder absoluta. Además, ha lanzado una ofensiva contra la Iglesia católica, declarándose prácticamente como una figura divina. Durante su mandato, ha promovido más de mil ataques y acusaciones contra clérigos. El 25% de los sacerdotes ha sido expulsado, las iglesias han quedado sin quién las atienda, las monjas deben abandonar el país antes de fin de año y el obispo Carlos Enrique Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal, fue desterrado. En 1990, 90% de los nicaragüenses se identificaba como católico; hoy, sólo 30% lo hace.

Frente a este brutal ataque, el silencio del Papa Francisco resulta inadmisible. Mientras participa en gestos mediáticos, como vestir al Niño Jesús con una keffiyeh —desafiando la historia y las Sagradas Escrituras— o cuestiona la política del Estado de Israel, donde los católicos viven sin persecución y celebran la Navidad en Tierra Santa, mantiene una postura tibia ante Ortega y su esposa. Por ello, el Papa ocupa el cuarto lugar en esta lista de antihéroes: su silencio cómplice ha abandonado a los fieles de Nicaragua, mientras que sus declaraciones torpes han alimentado la polarización y la distorsión histórica.

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