VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Subestimando a Trump

Rafael Rojas
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

La izquierda hegemónica mexicana, que hoy controla los tres Poderes del Estado, más el Ejército, tiene que hacer malabares retóricos para restarle gravedad a las amenazas de Donald Trump. Uno de esos malabares consiste en distinguir artificialmente entre amenazas y realidades, cuando en política lo que se promete forma parte central de la realidad. Durante su primer gobierno, todo lo que Trump prometió contra México, lo cumplió, incluida la amenaza de que los mexicanos pagarían por el muro fronterizo. No habría por qué no dar por tangible lo que ahora dice sobre el aumento de aranceles o el tratamiento de los cárteles de droga como organizaciones terroristas.

Se argumenta que Trump no podría hacer todo lo que promete, porque paralizaría a Estados Unidos. El problema es que la visión de ese país que se maneja en sus bases y en su círculo más cercano, tanto a nivel político como empresarial, tiene poco que ver con lo que Estados Unidos ha sido desde fines del siglo XX.

La “América” que el trumpismo quiere revivir se parece más a los Estados Unidos de la Guerra Fría, la de Nixon y Reagan. En aquellas décadas, contaba poco la alianza con la Unión Europea y América Latina y el Caribe eran tratados como patio trasero, sin mayores miramientos. Lo que Jimmy Carter intentó con Omar Torrijos en Nicaragua o con la flexibilización con Cuba, fue excepcional y de muy poca continuidad, como se vería con la invasión de 1989 y el aumento de las sanciones con las leyes Torricelli y Helms-Burton.

El país que imagina Trump es el de la mayoría moral cristiana, más autárquico que globalizado, sin mayores compromisos con sus aliados europeos. Un país que trata a sus vecinos, México y Canadá, como enemigos, y que hará cualquier cosa para contrarrestar el ascenso de China. La diferencia con Reagan y sus neoconservadores es que ahora esa visión se trasmite sin tanta gravedad doctrinal.

También en la Guerra Fría, Estados Unidos tuvo un trato casuístico con las múltiples dictaduras del mundo. La promoción de la democracia valía para algunos contextos, no para todos. Muy pronto veremos cómo el Departamento de Estado, encabezado por Marco Rubio, da gran relevancia a la democratización de Venezuela o Cuba, pero elude la autocratización de Rusia o El Salvador.

Las amenazas de Trump deben ser tomadas en serio, como ha hecho el presidente panameño José Raúl Mulino, al recordar que la soberanía del canal no es negociable. También se las toman en serio los canadienses, a quienes Trump comienza a tratar como una nación dependiente o un territorio a anexar ¿Por qué México no debería hacer lo mismo?

Reaccionar restando gravedad a los dichos de Trump puede conducir a la naturalización de un lenguaje tiznado de ofensas e insultos. La diplomacia bilateral de dos países tan interrelacionados, que comparten una frontera tan conflictiva, no puede tolerar semejante degradación. De hacerlo pondría en riesgo su crecimiento económico y su estabilidad política.

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