BAJO SOSPECHA

“La política no puede ser el pegamento de las familias”

Bibiana Belsasso *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Sobre todo en estas fechas navideñas, cuando la familia se reúne y se busca la armonía y la paz, no hay que hablar de política, menos en un momento donde estamos tan polarizados. Acabo de terminar de leer la nueva novela de Juan Ignacio Zavala, Una guerra íntima. Polarizados, publicada por Cal y Arena. Me gustó mucho, pero sobre todo me hizo reflexionar sobre la gravedad de que las familias y amigos se confronten por temas políticos.

BIBIANA BELSASSO (BB): ¿Por qué afecta tanto la polarización en ambientes íntimos?

JUAN IGNACIO ZAVALA (JIZ): Es muy como signo de los tiempos, Bibiana, en todos lados está así de polarizado el asunto. Es evidente que hubo un sistema, el sistema liberal, el cual sostuvimos unas décadas, pero se quebró. Lo que ha llegado ahora tiende a polarizar la vida política, y sí, sí estamos polarizados. Eso que antes nada más estaba en el futbol, ahora también se siente, desde hace muchos años, en la vida política.

BB: Pero en la vida familiar también. La novela narra un poco la historia de una mujer panista, de ultraderecha, que está casada con un simpatizante de Morena, que vive con él.

JIZ: Aquí hay dos cosas: que ambos tengan esta opción política, a mí me parece muy interesante porque creo que las parejas tampoco tienen que pensar igual. Las diferencias políticas, en general, siempre han sido parte de la problemática familiar. En el caso de la pareja de la novela, por ejemplo, al principio los une el antipeña. Cuando tienes un enemigo común, entonces ellos están muy bien ahí. Pero cuando gana López Obrador ya se empieza a tensar toda la discusión. Creo que tanto Elena como Mateo, los protagonistas, saben discutir y poner sus cosas en perspectiva. Hay discusiones muy acaloradas, muy fuertes, que claro que afectan en la convivencia íntima. También es cierto que en las familias siempre ha habido discusiones y diferencias. Si tú ves la generación de los 70 y los hippies, había muchas otras. La política no puede ser el pegamento de las familias.

BB: No debe ser, pero ahora hasta en los chats de amigos y familia hay pleitos por política.

JIZ: Yo creo que la política siempre ha estado ahí presente en las casas y muchas veces sirve de pretexto para los pleitos: los pleitos entre pareja, entre familia, a los hijos para pelearse con los papás, etcétera, ¿no? La política ha sido parte de una provocación para muchos. Creo que el tema de la polarización es nuevo en su extensión, porque yo recuerdo cuando éramos chicos siempre decían que no había que hablar ni de política, ni de religión, ni de sexo, y eran los temas que podían generar polémica y pleito. Desde 2005 tenemos un ambiente polarizado, ya vamos para veinte años, Bibiana. Ahora, sí hay un personaje que encarna esa polarización, sin duda, y es López Obrador.

BB: Elena, la protagonista de esta novela, tiene una frase.

JIZ: Que López Obrador nos saca lo peor de cada uno. O sea, tu peor faceta te la saca López Obrador cuando discutes sobre él. Ahí tienes a gente a la que le sale su clasismo, su racismo, lo intolerante, lo intransigente, lo radical.

El consultor en comunicación, Juan Ignacio Zavala, en imagen de archivo. ı Foto: Especial

BB: ¿La novela es un símil con tu vida personal?

JIZ: Mucha gente creía o cree que nosotros nos llevamos así, que estamos todo el tiempo discutiendo de política, de si fulano o zutano, pero lo cierto es que no. Dije: “Si ellos piensan eso, pues voy a hacer una novela que dé eso”.

BB: ¿Y es el mensaje de que, se esté o no de acuerdo con ciertas posturas políticas, en la vida privada nos debemos de respetar?

JIZ: Sí, claro, y evidentemente no siempre estaremos de acuerdo en lo mismo. Venimos de una época donde el respeto al otro por lo menos se asumía como parte de la vida pública y, bueno, eso se acabó. Sí creo que ese clima de respeto a las diferencias es básico para poder entender a la otra persona. Eso es parte del reto de esta época polarizada. Pero también, por otro lado, Bibiana, es muy sabroso intervenir en discusiones y saber argumentar. Lamentablemente, en los últimos años se han dejado los argumentos y se ha pasado a un “chinga tu madre” sin un puente, siquiera.

BB: Sin estas mañaneras todos los días de López Obrador, ahora tenemos las de la Presidenta Sheinbaum. Pero, la verdad, no han sido lo mismo. ¿Tú crees que baje la polarización o no?

JIZ: No, mira, yo creo que va a bajar desde la Presidencia. Aquí es importante ver los personajes. El personaje de Sheinbaum, aunque es muy cercana a López Obrador, no tiene esa personalidad tan polarizante y polarizadora. Aunque tiene una carrera ideológica muy clara y nos la deja ver de manera constante, la forma de la discusión, los temas de la discusión, esta separación de chairos y conservadores, etcétera, sigue. Pero es el modo de discutir públicamente. Es innegable que eso es una aportación de las redes sociales a la descomposición de la discusión pública.

BB: ¿Quién gana con esta polarización? La familia pierde.

JIZ: Yo creo que los pleitos de familia siempre han estado ahí. Pensar que llegó el Peje y descompuso a la familia, no. Pero sí, los grupos discuten. También es que no sabemos discutir, ese es otro problema. “Oye, que en el chat ya se puso loca quién sabe quién y ya se salió del grupo”. También hay que aprender a discutir y, sobre todo, a saber con quién discutir. Ése es el problema. Cuando es una discusión gigantesca, sin ningún orden, o donde los conocimientos de los temas, los modos o incluso el propio aprecio personal son distintos entre los participantes, sí se pueden generar reacciones más agresivas.

BB: ¿Qué tenemos que hacer para no polarizar y para no pelearte con la familia y con los amigos?

JIZ: No, bueno, tienen que pelearse. Tampoco es tan malo, yo pienso. Pero hay que saber con quién pelearse. Para esta Navidad, el intercambio y esas cosas, canten villancicos, para qué provocar.

BB: Hay que cantar villancicos y regalar Una guerra íntima.

Queridos lectores, antes que nada, les agradezco de corazón que me hayan acompañado a lo largo de este año en estas páginas de La Razón. Les deseo una muy feliz Navidad y que en el 2025 se les cumplan todos sus propósitos. Uno de los más importantes míos es seguir compartiendo con ustedes, a través de estas páginas, muchas historias. Me tomaré unos días de vacaciones, pero nos reencontramos aquí el 9 de enero. Muchas bendiciones en casa.

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